Maitane Buján Gómez (20 de mayo del 1991, Viveiro) es una de las fijas en el ‘XV’ del CRAT Residencia Rialta. La ‘7’ del equipo coruñés ha salido como titular en los cuatro primeros partidos de la temporada y en los tres últimos jugó los 80 minutos. “Muchas veces acabo tan cansada que no sé si merece la pena, pero dicen que sarna con gusto no pica”, se ríe.
La viveirense hace balance tras el primer mes de Liga Iberdrola, con dos victorias (Sant Cugat, 47-15, y Olímpico de Pozuelo, 24-17) y dos derrotas (en Valladolid contra El Salvador, 15-10, y en Madrid ante Complutense Cisneros, 29-7): “Somos una montaña rusa de emociones: podemos pasar de estar súper conectadas y jugar a un nivel exquisito a estar desconectadas y creernos perdedoras cuando le podemos plantar cara a cualquier equipo”, analiza.
La tercera línea del CRAT A Coruña detalla las claves del traspié del pasado domingo en el Estadio Central: “Si supiera que nos pasó, tendría la clave para afrontar el resto de partidos”, bromea. Más en serio, argumenta que “Cisneros jugó bastante bien y creo que nosotras cometimos algunos errores. Nos faltó garra y concentración”.
Curiosamente, las dos victorias del equipo herculino llegaron en el Universitario de Elviña y las dos derrotas, como visitante. “Desde el ‘staff’ nos transmiten que Elviña es nuestra casa, el castillo que tenemos que proteger. Y es cierto que fuera no hemos tenido suerte: a Valladolid viajamos en el día y podemos achacar esa derrota al cansancio, pero en Madrid tuvimos tiempo para descansar y dormir en el hotel y perdimos igual. No sé qué puede pasar”, opina Mai.
El CRAT repite lejos de A Coruña el próximo domingo, concretamente en el campo del vigente campeón de la Liga Iberdrola, el Corteva Cocos de Sevilla: “Va a ser un partido difícil, muy intenso y en el que tenemos una espinita clavada porque no le ganamos al Cocos desde la primera vez que nos enfrentamos. Nos lo tomamos como algo personal”, reconoce la jugadora lucense.
“Es un equipo muy complicado, con internacionales y fichajes de experiencia y nivel. En la última jornada perdieron en Sant Cugat (20-13), un rival al que nosotras le ganamos con bastante solvencia. Seguro que las cocodrilas van a estar rabiosas y nosotras nos vamos a comer esa rabia”, avisa la ‘7’ del equipo coruñés.
“Soy una novata en la delantera, antes pasé por muchas posiciones, sobre todo en la tres cuartos. La temporada pasada afiancé un poco mi puesto de ‘flanker’ y ahora ya estoy un poco más vinculada. Es más divertido, las ‘flankers’ somos un poco almas libres. Hacemos lo que nos da la gana”, ríe Maitane, que empezó a jugar al rugby hace ya una década.
“Mi primer contacto fue en el 2010. Estaba haciendo TAFAD (Técnico en Actividades Físicas y Animación Deportiva) y unas chicas del Zalaeta se acercaron para dar una clase. Por aquel entonces hacía un poco de fútbol, un poco de atletismo, pero nada serio… Cuando vi ese deporte me llamó muchísimo la atención y estuve una temporada con ellas”, recuerda.
La viveirense dejó el oval por un tiempo para ver mundo: “Estuve viviendo en Rumanía (con una beca Erasmus) y en San Francisco y en Londres (trabajando de ‘au pair’) porque quería aprender inglés, viajar y vivir una experiencia”, relata Mai, que en Inglaterra jugó un par de meses con un equipo de categoría regional.
De vuelta en A Coruña para estudiar un máster, se enroló en el CRAT con la temporada 2017/18 ya empezada y ahora compagina el rugby con su puesto de profesora de Educación Física en Primaria y la ESO: “De momento, el rugby femenino no está remunerado, pero es un deporte que me aporta un grupo de personas que compartimos la misma pasión y en el que vamos todas a una”, celebra.
Maitane empieza su jornada laboral a las 8.00 o 9.00 horas en el colegio y no vuelve hasta las 23.00 horas cuando tiene entrenamiento, tres días a la semana: “Cada vez que salgo de casa parece que me voy de fin de semana. Siempre llevo dos mochilas, una para trabajar y otra para entrenar, y el cepillo de dientes conmigo”.
La jugadora del CRAT Residencia Rialta reconoce que “sobrevivo a base de café” y trata de introducir en el mundo del rugby a sus alumnas y alumnos, pero sin demasiado éxito: “Siempre intento plantar la semillita, pero la temporada pasada aparecí cinco veces con el ojo morado en clase y a los padres no les hace mucha gracia”, confiesa.
La ‘flanker’ se ha acostumbrado a los golpes. No le queda otra en un deporte de contacto, pero espera evitar los ojos morados. “El año pasado me tocaron todos a mí. Ya cubrí el cupo para cinco más”, ríe Mai, que no pierde la sonrisa.