María Varela / Pablo Zaballa
Hace una semana que Larry Abia y Maica Martí cambiaron los balones de baloncesto y rugby por palas y rastrillos; las zapatillas por botas de goma; el deporte por el trabajo como voluntarios en la zona cero de la DANA que arrasó varias poblaciones de su Valencia natal. Ninguno de los dos ha tenido que lamentar la pérdida de ningún familiar. Sí que muchos amigos y conocidos se hayan quedado sin nada. Abia, alero que militó en el Leyma entre 2014 y 2019, camina cada día 38 kilómetros para llevar ayuda a donde se necesite. Martí, jugadora de la primera línea del CRAT, fue una de las primeras en ofrecerse a colaborar tras el desastre. Ambos coinciden en que el impacto de lo que han visto por las calles es, además de indescriptible, algo que no pueden captar las cámaras de televisión; califican de “vergüenza” la gestión de la catástrofe por parte de los políticos y reclaman más ayuda. “Necesitamos sobre todo maquinaria: karcher, bombas de agua, generadores; herramientas, botas de agua, rastrillos, palas... Y lejía para la desinfección”, señala Abia.
Al ex del Leyma, la riada le pilló en casa, teletrabajando. “Veíamos viento, lluvia, ya está. Pero empezamos a recibir mensajes de amigos y a pensar que se iba a desbordar también el río hacia lo que es Valencia ciudad”, recuerda sobre cómo lo vivió. “Por suerte no pasó, toda mi familia y la de mi mujer están bien, pero diferentes amigos estaban desbordados”, continúa. A Martí le pilló en el Centro Comercial Bonaire, en Aldaya, uno de los puntos que ha centrado la atención los últimos días, con los efectivos de rescate bombeando litros y litros de agua en su aparcamiento en busca de posibles víctimas. “Empezó a llover y gracias a dios no me metí en el parking. Aquí en Valencia, cuando llueve, llueve mucho, pero no se le dio importancia. La gente seguía comprando. A mí me pareció un poco raro y decidí irme”, dice. “Cuando cogí el coche tuve que pasar por zonas bastante inundadas y lo normal era ir por la V-30, que conecta muchos puntos de Valencia, pero vi que había mucho tapón y decidí ir por la ciudad. Menos mal, porque mucha gente se quedó atrapada ahí por la riada”, añade.
Los principales afectados en su familia son su abuela y su tío, que viven en Massanassa, uno de los pueblos a los que más ha tardado en llegar la ayuda, y otros tíos y primos, residentes en Alfafar, pero tiene amigos en todos los pueblos inundados: Sedaví, Picanya, Paiporta, Aldaya… “Por suerte todo ha sido material. Es verdad que mi tío ha tenido problemas en sus tres negocios de Massanassa y en el bajo de su casa, pero me considero una afortunada”. Y no podía quedarse de brazos cruzados.
Porque si los vídeos y las fotos que se viralizaron en las redes sociales son impactantes, no tiene nada que ver con lo que vieron cuando llegaron a la zona cero de la desolación. “La realidad es que tienes que ir con mascarillas, con botas de agua, que no sabes lo que pisas... Yo que soy alto me llegaba en Paiporta el agua por las rodillas... Llegas a un punto que ves 30, 40, 50 coches apilados en la misma calle y dices, ¿cómo voy a hacer esto, por dónde empiezo?”, reflexiona el jugador de baloncesto. “Yo lo que pienso en todo momento es en cómo vamos a salir de esto. Solo pienso eso, porque si no lo ves en persona, es que no te lo crees. No te lo crees. Por televisión se ven cosas malas, pero es que cuando llegas a sitios donde te apartan los policías porque tienen que acordonar porque han aparecido niños muertos, cuando estás ayudando y de repente sale alguien llorando porque también ha aparecido alguien, los olores, los gases, todo. No tiene nada que ver con la realidad”, insiste.
Martí también intenta poner en palabras lo que se encontró y se sigue encontrando en las largas jornadas intentando ayudar por la zona. “Es como un mundo aparte: está todo reventado, calles taponadas por coches destrozados, metros de fango… Es como la escena más triste de una película. Es algo desolador”. Ella fue una de las primeras voluntarias que el pasado jueves cruzó los puentes que conectan la ciudad de Valencia con los municipios más golpeados. “No se podía acceder en coche a casi ningún lado, era imposible circular y tuvimos que aparcar y seguir caminando. El primer día fui a llevarle comida a un amigo de Sedaví. Tardé 45 minutos en hacer un trayecto de 15. Me crucé con mucha gente llorando, otros quitando fango… Soy una valenciana orgullosa de mi tierra, mi gente y mi lengua, ver tanta destrucción in situ me afectó mucho”.
Larry Abia está caminando unos 38 kilómetros diarios de media. Los tres primeros días iba por las calles viendo qué se necesitaba. Ahora, en la fábrica de la cerveza Antiga, en Paiporta, que pertenece a un amigo, han instalado un cuartel general desde donde van repartiendo la ayuda y a donde incluso acuden bomberos y policías para abastecerse de material. “Desde aquí estamos distribuyendo cosas, luego también en el mismo pueblo del Catarroja tengo un amigo que se le inundó toda la casa, entonces lo que estoy haciendo es cruzar las vías del tren, ayudo ahí todo lo que puedo, me vuelvo, voy por diferentes calles, y llego a Paiporta, donde hay más de lo mismo, pero mucho peor porque hay más barro, más agua, más desorden. Vamos también a otros barrios, porque hay sitios donde no han llegado aún los militares. Y mi mujer, que tiene un hotel, está acogiendo a todas las familias que puede”, enumera.
No puede pensar en otra cosa. “Sabes que hay gente que está mal, entonces ya es despertarte, ponerte las botas otra vez, ya ni las lavo, y al lío, a comprar comidas que hacen falta, a organizar pedidos, a ponernos en contacto con policías y bomberos para saber qué se necesita”, continúa y subraya que en este punto lo que hace falta es maquinaria: generadores, bombas para achicar agua y karcher para limpiar. “La comida está llegando, pero esto es muy importante”, pide, incluso dirigiéndose a la afición naranja que está haciendo acopio de material para enviar.
La actitud de Maica también cambió con el paso de los días. “No quería subir nada a redes sociales y hablando con mi abuela, que no se puede mover de su casa porque es una persona mayor y vive en un tercero, decidí compartir algunas imágenes para concienciar de lo grave que es esto. Ves a voluntarios de toda Valencia y otras partes de España, a la gente que lo ha perdido todo muy agradecida con la ayuda que están recibiendo. Es súper emocionante”.
La valenciana se muestra muy crítica con la actuación de las instituciones. “Si es por algunos dirigentes aún estaríamos esperando a que vinieran a echarnos una mano. Creo que ha tenido algo que ver toda la repercusión mediática. Sabemos que militares, bomberos y policías querían venir, pero son unos mandados y estaban esperando una orden. Es muy triste que no les hayan dado la señal para venir hasta tres, cuatro, cinco días después, pero al menos el pueblo es el que lo está supliendo”.
“Que espabilen”, les insta Abia. “Se necesita organización y que dejen a un lado lo político y que piensen en la gente y en los afectados, porque a mí me da vergüenza lo que se ve en la televisión entre Pedro Sánchez y Mazón, ya no es izquierda ni derecha, es ayudar y ya está”, asevera y cree que con más organización habría más entidades dispuestas a colaborar y llegaría antes la ayuda.
“Me da mucha vergüenza, pena y rabia”, asiente Martí. “Tienen que asumir sus responsabilidades y errores. La gente se ha unido y se ha dado cuenta de que necesitamos políticos que entiendan al pueblo y su dolor, con pérdidas que son incalculables. No entiendo por qué se tardó tanto en dar la orden. Cuando has tenido un error tan grande de no avisar hasta las 20.12, tienes que asumirlo, irte y dejar que otra persona más competente se haga cargo”.