Larry Abia (Valencia, 8 de agosto de 1993) es uno de los jugadores que más temporadas ha vestido en la LEB Oro la camiseta del Básquet Coruña. Lo hizo entre 2014 y 2019. Retirado prematuramente hace ya tres años, este exjugador de equipo, que fue internacional español sub-20 y absoluto con Guinea Ecuatorial, ejerce ahora como asesor financiero. “Si Pau Gasol, que tiene muchos más bienes que nosotros, trabaja hoy en día, no vamos a trabajar nosotros”, comenta entre risas.
Esta temporada fue tu cuarta en A Coruña. ¿Se empezaba ya a notar más exigencia que cuando llegaste?
Sí. Lo suelo decir mucho, que en mi primer año en el Leyma era un club que se quería ir haciendo grande poco a poco. Tenía muy buena base en los despachos, en el cuidado a los jugadores, pero es verdad que casi no había afición en el Palacio. Y esto se notó mucho de mi primer a mi último año; nada que ver. Conforme fueron pasando los años lo tuve claro: esta ciudad es ACB. Hay ciudades en ACB que, con todo el respeto, están muy lejos de lo que es Coruña. Me alegro tantísimo de que el Leyma esté en ACB... Y sé que se va a mantener. Lo creo al cien por cien. Y me alegro muchísimo por toda la gente que está en el club desde el principio.
Los buenos momentos fueron no las victorias, sino con la afición
Llegaste con Tito Díaz y te fuiste con Gustavo Aranzana. ¿Había muchas diferencias?
El cambió se notó desde el principio. Tito ya nos conocía a la base de la plantilla: Zach, Sergio Olmos, Ángel [Hernández] y yo. Con la llegada de Gustavo, todo se desubicó un poco. A mí me mandó directamente al EBA. A los pesos pesados de la pista y el vestuario nos desplazó un poquito; es lo que yo sentí. Pero poco poco pudimos convencerle para que todo fuese más rodado. Con Tito nuestro juego era espectacular; con Gustavo fue mucho más estático. Nosotros lo notamos, y parece que los aficionados no se divirtieron.
Empezáis con 3-9 y acabais la fase regular con un solo triunfo en ocho partidos. Octavos y sin factor cancha, obviamente.
Al principio, Sergio [Olmos], Ángel [Hernández], [Pablo] Ferreiro y yo apenas jugábamos, pero en los últimos partidos, desde Huesca [jornada 32] y luego en los playoffs jugamos los cuatro. Y era un baloncesto totalmente diferente, que hizo que pudiésemos llegar a rozar las semifinales porque Diego Ocampo [técnico del Manresa] no sabía lo que estaba pasando.
El Coruña realmente no es un club, son personas que buscan lo mejor para una ciudad
La puñetera maldición del cuarto en casa para sentenciar. Tú viviste tres. ¿Una cosa así se enquista?
Te comes la cabeza y te preguntas qué está pasando. A la parte competitiva y de mala leche de Larry, le enfada mucho. Pero la parte más calmada, más madura se dice que tenemos otra oportunidad. Y otra. Y otra... Y que la vida sigue y que están peor los que no se han metido en playoffs. Al final juegas para la afición.
Me casé hace tres meses, y antes de boda estábamos en mi habitación varios jugadores del Leyma recordando momentos, y los buenos fueron no las victorias, sino con la afición. Es algo tan bonito que nunca se nos va a borrar de la cabeza.
La serie contra el Manresa tuvo que ser especialmente dolorosa para ti, ya que en el quinto partido te lesionaste de gravedad.
Fue un año complicado. Primero porque Gustavo me mandó al EBA. Al principio me dolió, pero luego lo vi como un aprendizaje. Y al final demostré que estaba para jugar. La lesión fue una putada, pero volví siendo mejor jugador porque aprendí cosas nuevas y fui madurando. Y el club se portó brutal conmigo.
Me acordaré toda la vida del ascenso porque fue el día que me casé
Vamos al presente. ¿Seguiste al equipo en la temporada del ascenso?
Sí. Entre otras cosas porque Beqa y yo somos como hermanos. Y sentí que en parte era también de toda la gente que habíamos estado allí anteriormente, tanto dentro como fuera de la pista. Y me voy a acordar toda la vida del ascenso porque fue el día que me casé.
Gente de aquí me ha preguntado a qué club le tengo más cariño, si al Valencia Basket o al Coruña. Y aunque el Valencia es mi casa y donde me he criado, le tengo más cariño al Coruña. Es algo muy especial y me encantaría poder ver las camisetas de Olmos, de Zach, de Ángel, de Chus Castro..., colgadas del techo del Coliseum. Incluso la mía. El Coruña realmente no es un club, son personas que buscan lo mejor para una ciudad y un deporte.
Una ciudad en la que se han quedado varios jugadores no coruñeses.
Yo sé que en algún momento voy a acabar viviendo en A Coruña. Lo sé. Al cien por cien.