París. La ciudad del amor. No hay nada más romántico que un paseo en barco por el Sena con la Torre Eiffel como telón de fondo. Siempre y cuando no haya que meterse en el agua. De hecho, el baño no está autorizado desde hace un siglo por razones sanitarias. La contaminación del río es una de los principales preocupaciones de los organizadores de los Juegos Olímpicos. A dos semanas para su inauguración y tras invertir más de 1.400 millones de euros desde 2016, los niveles de bacteria e.coli todavía superan, en especial los días de lluvia, los umbrales permitidos. En principio, el 30 y el 31 tiene que disputarse el triatlón y el 8 y el 9 de agosto, el maratón de aguas abiertas con María de Valdés. Y el único plan B es retrasar la competición si coincide con días de lluvia. “Va a ser sí o sí allí”, confirma el entrenador del Liceo Jesús de la Fuente.
Hace meses que está pendiente de las noticias que llegan desde la capital francesa. En agosto del año pasado, la nadadora malagueña, que vive y entrena en A Coruña a sus órdenes desde 2017, ya tenía que haber testado el circuito, pero la prueba de la Copa del Mundo tuvo que ser suspendida por la mala calidad del agua. Fue la señal de alerta para la comunidad internacional y voces autorizadas, como la de la brasileña Ana Marcela Cunha, vigente oro olímpico y cuatro veces campeona del mundo, pusieron en duda la conveniencia de celebrar las pruebas en el Sena, la joya de la corona de la candidatura parisina.
“Ya no es solo el día de la competición. Imagina que los días anteriores, como es normal, vamos a entrenar allí y los nadadores se ponen enfermos de gastroenteritis y después no pueden competir”, apunta De la Fuente. Es el principal riesgo de la bacteria e.coli, presente en las aguas fecales que acaban en el Sena. Para controlarlo, se han construido depósitos gigantes para evitar que en periodos de fuertes precipitaciones el agua de las cloacas se desborde y vaya directamente al río, sin pasar antes por las depuradoras, y lo contamine.
Las autoridades parisinas son optimistas. Entre la última semana de junio y la primera de julio hubo seis días en los que la contaminación bajó a niveles permitidos. Y a lo Manuel Fraga en la playa de Palomares, la alcaldesa Anne Hidalgo prometió que será la primera en bañarse en el Sena. Jesús de la Fuente no lo es tanto. “No se puede jugar con la salud de los deportistas”, dice, “aunque como primero van los del triatlón, si pasa algo, tomarán medidas para la natación”.
El entrenador habla desde Sierra Nevada, donde se encuentra con María de Valdés en la fase final de la preparación para los Juegos. Allí estarán hasta el 4 de agosto, desde donde viajarán directamente a París. “No estaremos en el desfile”, avanza. Para De la Fuente, su nadadora se encuentra al 70% de su mejor nivel. “En las cuatro semanas que nos quedan tenemos que ponernos las pilas. La idea es subir hasta el 90% para que el último 10% lo consigamos allí, en los últimos cuatro días”.
Después de muchas peleas con la Federación, el técnico liceísta fue convocado tanto en la concentración previa como para los propios Juegos, lo que no sucedió en ocasiones anteriores, como cuando De Valdés se proclamó subcampeona del mundo en Doha. “Mi presencia le da mucha seguridad”, alega sobre la necesidad de supervisar su evolución.
Esta sufrió un frenazo en el Europeo, en el que fue cuarta en 5 kilómetros y octava en 10. Ambos se sentaron a analizar los fallos y aciertos. “En 10 cambió toda la estrategia, se dejó ver demasiado y muy pronto. En 5 ya se vio a la María que queremos pero le faltó rematar”, analiza. Los resultados no son malos, pero cree que pueden aspirar a “ganar todo”. Y en París, lo mismo. "Hay mucha más presión y va a estar muy vigilada", pronostica. Pero para todas va a ser lo mismo. "Lo que tenemos que hacer es estar en la Sierra con la cabeza bien centrada".