Partiendo de una base impepinable: el Leyma Básquet Coruña y el La Laguna Tenerife juegan en distinta liga, el caso es que el equipo naranja pudo haber tenido opciones de dar la sorpresa; le faltó puntería y algo de batería.
Es la explicación más simple al vez exagerado 62-87 final. Exagerado porque mientras que los hombres de Diego Epifanio mantuvieron en verde la barra de energía defensiva fueron por delante de los de Txus Vidorreta. Eso sí, con rentas generalmente cortas. Un mate al contraataque errado por Jakovics pudo haber sido el 30-21, así que el máximo superávit de los locales se quedó en 7 puntos.
El otro factor de la ecuación que condujo a la abultada derrota también es de lo más prosaico, ya que el baloncesto va, principalmente, de sumar puntos. Y el Leyma sumó muy pocos, su cifra más baja (10 puntos menos que en la cancha del Gran Canaria), en grandísima parte por el terrible 3 de 22 en triples. Y es que el porcentaje de acierto en lanzamientos de dos fue notable: 22 de 37 (62,25).
A estos dos factores básicos hay que sumarle otros dos no menos fundamentales. Por un lado, que en un partido de baloncesto puede pasar cualquier cosa. Afirmación que legitima el otro factor básico: el rebote. El Tenerife llegaba al Coliseum como colista del ránking de totales y como penúltimo del de ofensivos, mientras que el Leyma figuraba en el top-5 de ambas categorías (sigue en el de capturas en el aro enemigo).
El parqué dijo lo contrario. El conjunto insular arrolló al herculino (43-22) y se llevó de recuerdo 14 rechaces en ataque, más del doble de los que había promediado en sus anteriores 5 partidos (tiene pendiente el de la sexta jornada). El Tenerife bajó media docena en el aro del Leyma en el lapidario tercer cuarto (8-21). Aunque el choque no estaba acabado al final de mismo, sí se había agotado la energía naranja, tal vez a causa del gran esfuerzo defensivo en la primera mitad (35-32).
Y todo ello el día en que el último campeón de la LEB Oro aprobó su principal asignatura pendiente: los balones perdidos. Solamente 8. En un partido de baloncesto puede pasar cualquier cosa.