Un terrible tercer cuarto en ataque y a la hora de proteger el rebote en su aro condenaron al Leyma Básquet Coruña a no poder pelear hasta el final por la victoria ante uno de los pesos pesados de la ACB, el Tenerife (62-87). La Laguna de su nombre fue la que condenó a los naranjas. Junto con la falta de puntería lejana (3 de 22).

El primer cuarto fue pura estrategia. Tan bien ejecutada, especialmente en defensa, como mal ejecutados fueron la mayoría de los intentos desde el arco: 0 de 6 el conjunto naranja y 2 de 9 el aurinegro.

Quince lanzamientos lejanos en gran parte por el excelente trabajo atrás de ambos. El Leyma, a diferencia de la pasada semana en el Palau Blaugrana, no castigaba los desajustes defensivos, simplemente porque no los había. El único, determinado por el físico, lo aprovechó Fitipaldo para anotar dos bandejas seguidas ante Taylor, las dos primeras canastas del Tenerife tras la inaugural de Lima. El base uruguayo con pasaporte italiano fue el único jugador que firmó dos aciertos de campo en los 10 primeros minutos. 

Uno necesitó Diego Epifanio para frenar la primera minicrisis (2-7). Al mismos tiempo Txus Vidorreta sentó a su máximo anotador, Fran Guerra, después de 4 minutos sin oler el balón en la pintura, donde Burjanadze culminó un jugadón de titi-taka que dio alas a los locales: parcial de 9-3 para tomar la delantera; que no abandonarían hasta el primer descanso (15-14).

Mediado el primer periodo había entrado en cancha Huskic, con lo que el Leyma ganó en fluidez y clarividencia ofensivas. La de Jakovics se notó muchísimo en defensa. Apretó lo indecible tanto a Costa como a Marcelinho Huertas, quien solo fue capaz de anotar después de cambio defensivo.

El letón contagió a sus compañeros, que convirtieron su mitad de la pista en una selva plantas carnívoras ávidas de atrapar balones. Lo consiguieron varias veces.

En una de ellas, Jakovics se fue solo hacia el aro rival, tanto que quiso resolver con un mate y se quedó corto. Habría sido el 30-21. Un minuto más tarde, el marcador se había encogido bastante (28-26). 
Nuevo tiempo muerto obligado de Epi. Y nueva gran defensa naranja, que facilitó una canasta de palomero de Aleix Font. 

En estas, con 90 segundos hasta el descanso, registró Guerra sus dos primeros puntos (promedia 15,2), replicados con un triple redentor de Jakovics, quien con un alley-oop culminado con mate de Diagne cerró la primera mitad con 35-32, porque el senegalés erró el adicional. El sexto libre, de nueve lanzados, que malgastaba el equipo coruñés. Unicaja en el recuerdo. Los triples (2 de 12), la otra asignatura a mejorar.

A esta se le sumó otra en el tercer acto. El Tenerife, que solo había capturado 4 rebotes ofensivos en los primeros 20 minutos, se hizo con media docena en poco más de 6 minutos. Entre esto, el acierto tinerfeño desde larga distancia y lo mal que volvió a la pista Taylor, los de Epi empezaron a perder la referencia en el horizonte.

Al igual que en el primer periodo, Fitipaldo castigó al máximo asistente de la ACB, aunque ahora con dos triples que Taylor no llegó a molestar por quedarse enganchado en el bloqueo. 

Así cocinó el Tenerife el parcial de salida de 0-8 que rompió la dinámica de paridad. Y varió el juego del Leyma, que  intentó recortar a base de triples. Y no era el día. Cuando el Tenerife alcanzó su primera renta de dos dígitos (43-53), la cuenta era espeluznante: 2 de 17.

Una penetración de Costa, sin apenas opsición, abrió el corte final y dio al cuadro insular una nueva ventaja máxima (43-55), que Thomas Scrubb recuperó, tras capturar, más solo que la una, un rebote bajo el aro naranja, justo después de que un triple de Thompkins (re)animase a las nuevamente pobladísimas gradas del Coliseum. Que volvió a creer con  dos canastas seguidas de Figueroa, la segunda un robo seguido de mate, después de que Doornekamp hiciese el -15 desde el arco (48-63). 

 
Vidorreta paró el partido, los suyos salieron del tiempo muerto con un parcial de 0.6 y ahí se acabó la historia. Una derrota previsible, aunque dolorosa por cómo se produjo. Aun así, no hay motivo alguno para la alarma.