A Ferenc Szabo (Budapest, 1956) sus más de tres décadas en A Coruña le han cambiado la vida, como mismo el prestigioso entrenador húngaro ha dejado su marca en la ciudad herculina. Es el indisctubible protagonista en la historia del Club Halterofilia Coruña, y así lo evidencian las paredes repletas de fotos y trofeos de sus tantos campeones.
En todo este tiempo, el también director técnico de la Federación Gallega se ha labrado un nombre en España, al punto de ser considerado para dirigir la selección nacional. Sin embargo, los lazos que junto a su familia forjó aquí hicieron que nunca contemplara la idea de marcharse.
Ver a pupilos suyos codearse con los mejores del mundo es motivo de orgullo para Ferenc, como también lo es la categoría de Núcleo de Adestramento Deportivo Especializado (NADE) que recibió su escuela de parte de la Xunta en 2023, etiqueta acompañada de una sustancial ayuda económica: 30.000 euros.
“Es un dinero importante para nosotros y ocupará una proporción importante de nuestro presupuesto en el futuro, pero yo destacaría más el título”, explica sobre la misma calificación que, por ejemplo, ostenta el RC Deportivo. “Somos el único centro de halterofilia que lo tiene y no creo que se lo den a alguno más, porque el objetivo es que cada deporte esté representado. Es como una carta de recomendación que tengo en la mano”, añade.
La escuela dirigida por Szabo tendrá a tres representes en el Mundial de Riyadh que subirá mañana las cortinas. La carballesa Ruth Fuentefría (45 kilogramos) se unirá a los coruñeses y más experimentados Irene Martínez (67kg), de Cuatro Caminos, y Víctor Castro, (69kg) de San Pedro Visma, para intentar engrosar aún más el legado del preparador de 67 años.
De ellos, salva las distancias entre Fuentefría y el resto. “Es su primera participación en el nivel absoluto. Es subcampeona del mundo juvenil, pero nunca ha estado en la categoría de adultos. Los otros dos son deportistas ya maduros que llevan unos 14 o 15 años en la selección absoluta”, analiza.
Pero de Ruth, que será mañana la primera española en ver acción, destacó la energía que irradia y que competirá en “una categoría que quizás es la menos competitiva de todas, que es de mujeres pequeñas y no hay tantas según los datos estadísticos. Esperamos que pueda terminar entre las 15 primeras”, vaticinó.
Con expectativas más ambiciosas subirá Irene Martínez el próximo jueves 7 a la tarima del Complejo Olímpico Príncipe Faisal bin Fahd. La medallista de bronce en el Europeo 2018 llega con el objetivo de luchar por una plaza olímpica para París 2024, aunque “lo tiene bien difícil”, observa Szabo, a la vez que reconoce que tendrá más opciones.
“Este Mundial es solo una competición de las cinco o seis en las que puede conseguirlo. Irene estuvo lesionada este verano de un rodilla y no está en la mejor forma posible, aunque nunca se sabe, porque estos deportistas son tan buenos que cualquier día pueden salir muy bien”, manifestó.
“Ella y su entrenador en la selección esperan que para final de este año y principios del próximo, que hay otras competiciones como Copa del Mundo y campeonato de Europa, pueda estar en su forma tope para lograr la marca que le dé entrada a los Juegos”, añadió.
El tercero de sus discípulos, y el más cercano de todos, es Víctor Castro, quien va rumbo a su sexto mundial, todos preparados bajo su mirada atenta en el CH Coruña.
“Victor es otra figura histórica de la selección , pero el año pasado quedó en blanco, porque no participó ni en el campeonato de Europa ni el del mundo, porque justo cuando era la fecha del mundial su esposa dio a luz”, cuenta sobre el atleta que ayudó a formar desde que era un niño.
“Esto se le nota en su forma actual, porque está ayudando en el cuidado del bebé, y la Federación española pone muy alto el listón. Pero él consiguió clasificarse y espero pueda entrar entre los 20 primeros de su división”, acotó.
El experimentado entrenador ofrece su valoración también sobre los españoles con más oportunidades de un buen resultado en la cita de la capital saudí y señala a David Sánchez como “el que mas posibilidades tiene, fue subcampeón de Europa y esta en su forma óptima”.
Igualmente menciona a Marcos Ruiz: “Como medallista mundial teóricamente es el que más opciones tendría, pero acaban de operarlo hace seis semanas de la rodilla y va al evento sólo a registrarse, que es una condición para poder aspirar a París. No va subir a la tarima”, dijo.
Cuando Ferenc atravesó media Europa con su familia en 1991 para asentarse en Galicia, la halterofilia en A Coruña tenía muy poco nivel y actividad. “En España había un chico en Barcelona y una chica en Madrid, pero los chavales que encontré aquí podía contarlos en una mano”, recuerda.
Pero Szabo le dio un giro a esa realidad con el mismo trabajo y paciencia con el que ha ido perfeccionado su castellano. “Ahora somos un deporte reconocido, estamos en la calle y nos saludan. Año tras año, en los institutos esperan que vayamos a hacer selecciones y detección de talento”, recuerda el maestro húngaro con tono orgulloso.
“Este trabajo que empezamos hace más de 30 años se refleja en los resultados”, agrega. “Los campeones y medallistas nacionales ya no los contamos. Tenemos una pared allí donde colgamos siempre la foto de un deportista que por primera vez en su vida gana un Campeonato de España, normalmente en la categoría infantil o juvenil. Y ya no nos caben”, dice al mismo tiempo que esboza una sonrisa.
Enseguida retoma su habitual postura seria, porque sabe que en algún momento llegará la hora de retirarse. “Ya el año pasado contactamos a un exalumno mío que está aprendiendo y con el tiempo pienso entregarle todo. Tengo familia, quiero disfrutar la vida como jubilado, pero pienso seguir aquí hasta que pueda ayudando en todo”, zanja el padre de la halterofilia coruñesa.
Ahora es más fácil quedar entre los 10 primeros en un Mundial que conseguir el cupo olímpico
Más de 50 años vinculados al mundo de las pesas, primero como atleta y luego como entrenador, convierten a Ferenc Szabo en una voz más que autorizada para analizar un deporte en constante evolución, cuyo primer certamen del orbe fue en el lejano 1891.
“Hace 20 años en un Campeonato del Mundo participaban 300 o 200 deportistas, ahora a este mismo (Riyadh) van cerca de 1000, y es una cifra limitada, porque cada país puede llevar como mucho 10 hombres y 10 mujeres, no más”.
El incremento de participantes, observa, se debe a que la halterofilia se ha extendido a los cinco continentes. “Cuando yo competía eran solo cinco o seis países de Europa: la URSS, Bulgaria, Hungría, Alemania, Polonia, además de China, en Asia, y Cuba, en América. Ahora 50 o 60 pelean y tienen opciones”.
Este nuevo panorama también ha complicado sobremanera la clasificación para las citas olímpicas. “Antes, en unos Juegos participaban 500 atletas de halterofilia, y ahora son sólo 120 entre los dos sexos, de todo el mundo. Ahora es mas fácil quedar medallista en un Campeonato de Europa o entrar entre los diez primeros en un Mundial, que conseguir el cupo olímpico”.
Víctor Castro: “El objetivo final es disfrutarlo”
Cuando Víctor Castro suba a la tarima en Riyadh el próximo jueves 7 de septiembre, habrá acuñado su sexta participación en mundiales de halterofilia. Pero el de la capital de Arabia Saudí quizás sea el más complicado de todos a los que ha asistido desde su debut en esas lides en el año 2014.
El varias veces monarca español reconoce no llegar en el estado de forma y técnico que le gustaría. En diciembre el 2022 nació su hija Claudia y todo cambió para él. “Sinceramente este año ha sido muy complicado, porque es muy difícil alternar los entrenamientos con el cuidado de la bebé”, confiesa.
Sin embargo, “el objetivo al final es disfrutarlo”, y añade que “la idea es conseguir la marca mínima para el campeonato europeo del año próximo”, si bien el cupo a París 2024 ya es un proyecto más ambicioso.
Víctor se explica: “La halterofilia ha reducido el número de plazas un montón, y nuestra opción para ir a los Juegos Olímpicos era entrar en una categoría anterior donde habría que levantar un peso muy similar a lo que estoy haciendo en mi actual división. Lo veíamos como una locura”.
Y en la categoría superior tiene a su compañero David Sánchez, “que levanta mucho más, y como por país sólo puede ir uno, sería imposible ganarle”. La otra alternativa sería esperar otro ciclo olímpico a ver si cambian la normativa.
La nueva realidad obliga a Castro a encontrar otras metas de cara el futuro. “Hasta ahora siempre habían sido los Juegos. En Río 2016 quedé como reserva y para Tokio 2020 ya eran clasificaciones individuales y me quedé a dos puestos del ranking”, rememora.
Esas experiencias le han desanimado un poco, reconoce, y “la vida pasa, hay que vivir”, por lo que ahora parte de metas “más realistas, para mortales”, como puede ser un ‘top 5’ de Europa absoluto o un ‘top 10’ del mundo. “Eso sería un objetivo interesante para los años que vienen, si es que el cuerpo y la cabeza me permiten mantener el nivel”.
Independientemente de los resultados a lo largo de su trayectoria, la figura de Ferenc Szabo siempre ha estado al lado de Víctor. “Es como un segundo padre para mí, es la relación que creas con la persona que está sacando lo mejor de ti todos los días”, dice del entrenador que lo recibiera con 12 años en el CH Coruña.
“Él celebra mis éxitos porque al final yo soy una parte suya, y él es una mía. Llevamos 18 años entrenando juntos, hemos creado un vínculo muy íntimo, muy personal, muy privado”, confiesa el atleta de 30 años.
Víctor no descarta la idea de suceder a Szabo en el CH Coruña en un futuro cuando decida retirse, pero por el momento se centra en el presente: “Creo que físicamente podría llegar a otro ciclo olímpico”.