Pelos de punta. Piel erizada. Las gaitas y los tambores ejecutan ‘Os Pinos’ en un Coliseum a reventar. Más de 9.000 espectadores, exactamente 9.236 según la web de la ACB, presencian el encuentro de baloncesto entre dos conjuntos gallegos con mayor afluencia. A Coruña no pasa a la historia por el éxito de sus equipos, pero sí lo hace por su apoyo a los mismos. Aunque en este caso, la colaboración lucense fue importante. Algo más de un millar de almas llegaron por la A-6.
El color celeste salpica los graderíos del multiusos coruñés, aparte de la zona acotada para la afición visitante en lo alto del tendido. Hace unos años, en la eliminatoria de cuartos de final del playoff de ascenso a la Liga ACB de 2016, el Palacio de los Deportes de Riazor fue una sucursal del Pazo Provincial. En un lateral vociferaban cerca de 2.000 hinchas celestes. Enfrente, unos 1.500 aficionados naranjas se sentían extraños en su propia casa. Esta vez ganó por goleada la afición coruñesa. El Leyma sí jugó en casa. Aunque de poco sirvió.
La cordialidad, ejemplificada en el “choca esos cinco” entre las mascotas Maximus y Leymita, dio paso a la batalla. Como dice nuestro refrán, “Amiguiños, sí, pero a vaquiña polo que vale”. Y a vaquiña no anduvo fina ya desde el salto inicial, que Jordan Sakho birló a Atoumane Diagne. No fue más que la continuación del final del himno. Todos sabemos cuál es la última palabra de la letra de ‘Os Pinos’, ¿verdad? La fiesta fue breoganista de principio a fin, salvo durante esos minutos finales en los que la esperanza herculina aumentó de manera exponencial a base de triplazos.
La afición cestista de A Coruña no tiene la sana costumbre de animar a su equipo. Es más, por primera vez dedicó silbidos a su equipo. Fue en el tiempo muerto solicitado por Epi a los dos minutos del tercer cuarto, con el Breogán 26 puntos arriba. Se echa de menos que la quinta hinchada en número de la ACB no sea quién de apretar ni al adversario ni al trío arbitral. En ese sentido, el breoganismo ha demostrado, una vez más, estar muy por encima. Son décadas de tradición y de ventaja. Desde el nacimiento del Breogán, en 1966, la capital herculina ha visto aparecer y desaparecer a varios clubes de élite. A Coruña ha presenciado el nacimiento y la muerte del Bosco y del Basketmar, e incluso se ha visto en la obligación de vender su plaza en la segunda categoría nacional, con el Sondeos del Norte, actual Básquet Coruña. Mientras, ha observado al conjunto lucense disputar nada menos que 28 temporadas en la máxima categoría.
El ascenso ha plantado una semilla que, después de esta derrota, corre un alto riesgo de no brotar, ni mucho menos florecer. Sin embargo, es la segunda campaña del baloncesto coruñés en la división de honor, que irremisiblemente va camino de finalizar como la primera.