Lo avisó Javi Vega: “Si cogen una buena dinámica, pueden ser un martillo”. Se refería al Leyma, a su equipo en los tres cursos precedentes. Al Leyma que sacó el martillo pilón en un tercer cuarto para quitarse de  encima a un Lleida que mandó antes del descanso.

Tardó en entrar en el partido el equipo local, más lento y menos fluido en ataque que el visitante. Minutos iniciales de muchos lanzamientos triples, y muy poquitos aciertos.

El Leyma lo intentó por dentro, pero los centímetros y la envergadura de Kuath no dejaron lucir a Huskic, salvo cuando el serbio pudo ejecutar su prodigioso y refinado juego de pies. Sin él, fue pasto del sudanés, que a los 8 minutos ya había colocado 4 tapones, uno de ellos a McDonnell cuando se disponía a finalizar una contra tras robar el balón.

Lobo rompió la baraja con dos triples seguidos, que obligaron a Diego Epifanio a parar el choque (11-8). Un parcial final de 5-2 dejó el marcador en canasta y media (16-20).

Bombardeo mixto

Las escopetas funcionaron mejor en el arranque del segundo acto. Intercambio que mantuvo el duelo nivelado, hasta que un exnaranja, Simeunovic, encontró un gran hueco en la línea de fondo, y otro, Matulionis, en otro de los problemas del Leyma, las esquinas. Y con 26-34, nuevo tiempo muerto de Epi. 

De ahí partió la resurrección, tras verse abajo 26-37 después de otro triple de Matulionis. Parcial de 12-2, sin alardes, con cabeza para romper por fin la 2-3 ordenada por Gerard Encuentra, eficiencia y un extra de garra y defensa. Y llegó el descanso con una sola canasta de margen (39-41).

A la vuelta de vestuarios entró en juego ‘El martillo de Vega’. Lo manejaron Barrueta, Huskic y Jakovics. El serbio alejó del aro a Kuath, le forzó muy pronto la tercera, distribuyó desde el poste bajo y sacó a relucir su arte como bailarín de claqué. Y por ahí mejoró la circulación del balón y la ocupación de los espacios, que el letón y el ‘Papi’ aprovecharon para torpedear la línea de flotación de un Lleida que no sabía ya desde dónde le venían.

En 5 minutos, los de Epi habían anotado 23 puntos. Dos más tarde alcanzaron la treintena. Y al final del periodo, 39, los mismos que en toda la primera mitad, para plantarse en los 10 minutos finales con una ventaja de 13 tantos. Jugosa, pero no definitiva.

Aunque no tardaron los naranjas, ya sin cadena, y ahora con Aleix Font, Diagne y McDonnell como estiletes, en poner el candado a su quinta victoria en seis jornadas, botín que los mantiene en la zona más noble de la tabla, de la que se ha caído el Ourense.

Otra casi centena en el marcador naranja, para que lo de Menorca, como dijo en la previa mi compañero Pablo Zaballa, parezca un accidente.