Con un penalti, indetectable al principio, descubierto por el VAR y transformado por Borja Mayoral en el tramo final del partido, a seis del noventa, el Getafe acabó con la sequía anotadora que le perseguía y logró, frente el Alavés, su primera victoria de la temporada.
Fue desde los once metros, en una acción que indignó al técnico visitante Luis García Plaza, como el partido dio un giro. Fue un manotazo del marroquí Abdel Abqar sobre Juanmi Latasa. El árbitro dio la razón al monitor y Mayoral no falló. Enterró el delantero, tranquilo en la ejecución, una racha negativa, sin gol, de 354 minutos, desde el minuto 89 de la penúltima jornada de la campaña pasada.
Era el Getafe el único equipo de la categoría que no había marcado. Fue desde los once metros como obtuvo el desahogo. Se quitó un peso de encima y arrancó en el curso. Añadió el triunfo, el primero del ejercicio, al empate logrado contra el Barcelona, también en el Coliseum, en la jornada inaugural.
Jose Bordalás intentó cortar radicalmente la falta de gol que persigue a su equipo con tres jugadores de claro talante ofensivo en el inicio. Recuperó a Jaime Mata, suspendido hace una jornada en Girona por su expulsión ante el Barcelona, y le juntó a Juanmi Latasa y Borja Mayoral.
No dio esa sensación en un choque que tuvo un tramo inicial marcado por la espesura, por la falta de continuidad y por las imprecisiones más que por los aciertos. No hubo un dominador. Ninguno se hizo con el juego. Luis García repitió once porque el fue bien ante el Sevilla, al que ganó en la anterior jornada.
Pero no tuvo tampoco nada que ver aquél equipo con el que acudió al Coliseum. No hubo noticias de los atacantes y el gol sólo pudo llegar por un error de Ander Guevara que echó atrás la pelota, hacia el meta Antonio Sivera. Mayoral lo vio venir y recogió el balón, sorteó al portero pero se quedó casi sin ángulo. El tiro dio en el poste.
Alargó su sequía el Getafe, el único conjunto sin gol aún en lo que va de torneo. En el añadido amenazó el Alavés, timorato hasta entonces, con juego directo, más cauto que osado. Fue en una acción aislada, un tiro de Luis Rioja con buena pinta frustrado por Nemanja Maksimovic que se interpuso y repelió el balón.
Con otro ritmo, más acelerado, tomó cuerpo el segundo tiempo. De hecho, amenazó el Getafe en un saque de banda, largo, de Juan Iglesias, al área visitante, prolongado por Juanmi Latasa hacia Maksimovic que, de cabeza también, remató a gol. Antonio Sivera frenó el disparo en su mejor intervención.
Bordalás dio un giro al choque con la entrada de Omar Alderete en lugar de Stefan Mitrovic y de Carles Alañá, que se quedó fuera del once en su apuesta por Mata, que se fue al vestuario. No dio sensación de causar efecto. Al contrario, creció el Alavés que amenazó, con acciones de juego aéreo. Tuvo dos en tres minutos en la hora de juego. Primero en un cabezazo de Abdelkebir Abqar, en un córner que sacó Luis Rioja y en el que se lució David Soria. A continuación, Xeber Alkain dejó en evidencia la zaga azulona y se anticipó a los centrales para intentar aprovechar un buen pase de Andoni Gorosabel. Pero la pelota fue muy desviada.
El partido rondó el gol. Recuperó el pulso el Getafe. Y apretó. Recuperaba pronto el balón y en un córner que alargó Gastón Álvarez en el primer palo acudió al segundo Domingos Duarte. La pegó mal. Salió alto.
Dio un giro el choque justo cuando Samu, el prometedor refuerzo del alavés, cedido por el Atlético Madrid que lo fichhó del Granada, debutó minutos antes.
El VAR llamó a Martínez Munuera para que observara un posible manotazo de Abdel Abqar sobre Juanmi Latasa dentro del área, en un balón aéreo. Un presunto codazo al atacante madrileño que consideró punible el árbitro. Fue penalti.
Ejecutó Borja Mayoral, con tranquilidad, batió así a Sivera y acabó con la sequía azulona.
Después, el Alavés aumentó la apuesta. Se volcó sin nada que perder pero con precipitación, sin orden. Con un juego directo, al área rival y con espacios al aire también para que el Getafe se manejara como mejor sabe, a la expectativa, sin arriesgar y con un triunfo en la mano que deja sus cosas en orden.