Minuto 91. España gana 2-1. Córner a favor de Inglaterra. Cole Palmer busca el segundo palo, Declan Rice cabecea y Unai Simón despeja, pero no saca el balón del área pequeña. Allí está Marc Guéhi: conecta un segundo remate, certero, directo a la portería. Irrumpe un defensa salvador que evita el empate inglés con la testa, una jugada tan decisiva como los goles de Nico Williams y Mikel Oyarzabal. El héroe de España lleva el ‘10’ a la espalda y es el máximo goleador del torneo. Bota y cabeza de oro. Las cosas del fútbol.
Dani Olmo Carvajal (Terrassa, 26 años) empezó el torneo como suplente. Relevo natural de Pedri, fue titular en el último partido de la fase de grupos contra Albania. Los expertos, en la prensa y en la barra del bar, lo pedían en el once inicial para el partido de cuartos de final contra Alemania. Caprichos del destino, el canario se lesionó en el minuto ocho.
Era el momento de Olmo, desatado en las eliminatorias, donde marcó sus tres dianas: una contra Georgia (4-1) en octavos de final, otra en el cruce ante los germanos (2-1) y una más, la de la victoria contra Francia (2-1) en las semifinales.
Los tres tantos le valen para ser el pichichi de la Euro pese a compartir la misma cifra que el inglés Harry Kane, el alemán Jamal Musiala, el eslovaco Ivan Schranz, el georgiano Georges Mikautadze y el neerlandés Cody Gakpo. Las dos asistencias de Olmo desempatan a su favor. Goleador, creador y salvador. Hombre para todo.
El catalán es el cuarto español que conquista la Bota de Oro en la historia del torneo. Une su nombre a los de David Villa, autor de cuatro goles en Austria y Suiza 2008, Fernando Torres, tres en Polonia y Ucrania 2012, y Jesús María Pereda, con dos en España 1964.
El ‘10’ de España es un futbolista hecho a sí mismo. Pasó con nueve años de la cantera del Espanyol a La Masía, fuga habitual en la Ciudad Condal, pero en 2014, cuando sólo tenía quince, hizo las maletas para buscarse la vida en el fútbol profesional. Su atípico destino fue el Dinamo de Zagreb.
Un lustro después de su llegada a la capital croata, Olmo ya tenía más de cien partidos con la camiseta del primer equipo y en 2019 fue elegido como mejor jugador y mejor joven de la liga. El escaparate europeo fue la previa de la Champions, en la que disputó cinco partidos, anotó tres goles y repartió tres asistencias que llevaron al Dinamo a la fase de grupos del torneo.
Paralelamente, se forjó un nombre en las selecciones inferiores, desde la sub-16 hasta la sub-21. Fue precisamente Luis de la Fuente el que le dio la batuta del último paso antes de la absoluta. Y Dani no lo desaprovechó. Fue elegido el mejor jugador de la final en el Europeo de la categoría en 2018 y en 2019 fue convocado por vez primera con la absoluta para dos partidos de clasificación para la Euro 2020. El 15 de noviembre debutó ante Malta y anotó el quinto gol de la victoria (7-0) poco después de entrar en el campo.
Su cartel creció a ojos de los grandes clubes, pero el emergente RB Leipzig pujó con fuerza por la inesperada estrella española que brillaba lejos de LaLiga. En el club alemán consolidó una proyección global y afianzó su sitio en la absoluta.
En 2022 jugó su primera fase final de un gran torneo con España: el Mundial de Catar. Marcó contra Costa Rica (7-0), el primero de la selección en el torneo y, además, el gol número 100 de la Roja en la Copa del Mundo.
Fino, vertical y con olfato, es un talentoso buscavidas que se ha encontrado a sí mismo. Pasará a la historia, como Iker con su pie salvador ante Robben en la final del Mundial 2010, por salvar a España de una prórroga con un cabezazo en la línea de gol. Dani Olmo, bota y cabeza de oro.