Mario Soriano se reencuentra con el Eibar, donde brilló en la mediapunta, en medio de un proceso de adaptación al centro del campo que se antoja indefinido debido a las características de sus compañeros de ataque en el Deportivo. El regreso de cesión del madrileño, que se confirmó el pasado curso en el club armero como uno de los talentos jóvenes más prometedores de Segunda División, abrió un dilema en la pizarra para Imanol Idiakez que se mantiene con Óscar Gilsanz en el banquillo.
La consolidación en las bandas de Yeremay y Mella, la jerarquía de Lucas desde la mediapunta y la necesidad de la presencia de un ‘9’ para encajar todas las piezas del puzle han obligado a Soriano a dar un paso atrás en el campo para actuar en el doble pivote. Un movimiento impulsado por la polivalencia del propio Soriano, que de los ‘cuatro magníficos es el más cualificado para jugar en la medular, aunque no sea su posición óptima. “Es un rol distinto y me va a hacer mejor. El día de mañana va a hacer que pueda jugar en muchas posiciones. Me va a venir bien”, afirmó Soriano tras el partido ante el Eldense, en el que ejerció como mediocentro. Son las palabras de un futbolista consciente de que su futuro más inmediato en el Dépor pasa por la sala de máquinas.
Las renovaciones de Mella (2029) y Yeremay (2030), además de la del propio Soriano (2028), conforman un panorama sin apenas espacio para la continuidad del madrileño en la mediapunta, zona de influencia de un Lucas con cuerda para rato. Por lo tanto, el doble pivote se antoja como una posición que será cada vez más habitual para el de Alcalá de Henares. Así lo imaginó Imanol Idiakez y Óscar Gilsanz recogió el guante emulando la misma fórmula en Cartagena y, salvo sorpresa, ante el Eibar. “Nos aporta muchas cosas, al equipo le da mucho tiempo con balón y movilidad. Está haciendo una labor muy buena”, dijo Gilsanz entre semana sobre el Joker.
El Dépor tiene en sus manos el mismo dilema que el pasado verano, aunque la polivalencia de Soriano ha permitido abrir la puerta a una posible solución. Quizá no la mejor, pero una solución al fin y al cabo. Ahora el equipo coruñés puede centrarse en lo que pierde sin el ex del Atlético en la mediapunta o en lo que gana con él en la medular y con el resto del ecosistema blanquiazul en sus posiciones óptimas.
La reconversión de Mario Soriano a la posición de mediocentro resulta quizá más complicada de dirigir debido al gran rendimiento exhibido en la pasada temporada en el Eibar. El madrileño marcó tres goles y dio cuatro asistencias siendo indiscutible (41 partidos, 38 como titular) en los planes de Joseba Etxeberria, que le dedicó unas palabras hace unos días: “Me alegra que le vayan bien las cosas porque es un gran futbolista, eso lo ve todo el mundo, pero los que hemos trabajado con él sabemos que es un gran tipo. Esperemos que no tenga su día”, comentó el entrenador vasco.
Bajo la dirección técnica de Etxeberria, Soriano dio un nuevo salto de nivel tras el buen rendimiento mostrado anteriormente en el Dépor. El canterano del Atlético se hizo un fijo en la mediapunta, con una tendencia natural a caer hacia la izquierda, y esta vez fueron sus compañeros los que se tuvieron que amoldar a él. Ager Aketxe, otro exblanquiazul, era el encargado de asociarse por dentro partiendo desde la derecha; Stoichkov, con alma de delantero, estiraba al equipo y atacaba el área desde la izquierda, y Jon Bautista era la referencia.
Un contexto ideal para un Mario Soriano que también actuó ocasionalmente de pivote en una especie de presagio de lo que le esperaba a su vuelta al Deportivo.