La etapa de Pablo Trigueros y Rafa de Vicente en el Deportivo ha sido tan breve como anodina. Si el defensa central prácticamente no lució la camiseta blanquiazul, el peso del centrocampista en el equipo tampoco fue demasiado importante. Ambos pasaron de puntillas por la escuadra coruñesa, circunstancia que llama más la atención en el caso del futbolista malagueño, que llegó como claro candidato a pelearle la titularidad a Diego Villares en el centro del campo.
A pesar de que Adrián Lapeña y Jaime Sánchez iniciaron el curso como la pareja titular, Trigueros llegó a asumir cierto protagonismo en las cinco primeras jornadas. Tras no participar en el duelo con el Celta B que abrió la liga 2021-22, disputó los últimos 39 minutos en casa del Tudelano a la semana siguiente y en la tercera cita, en la goleada en Calahorra, formó en el once inicial por primera vez. Pasó a jugar un solo minuto ante el Badajoz una semana después y, de nuevo, regresó a la titularidad en el quinto encuentro del campeonato, frente al Unionistas de Salamana. Pero a los 49 minutos sufrió un esguince en un tobillo que le obligó a pedir el cambio y que le dio la lata hasta noviembre.
Regresó en la decimotercera jornada, jugando siete minutos contra el Rayo Majadahonda, y fue titular en las dos eliminatorias de la Copa del Rey, ante el UCAM Murcia y el Osasuna.
Escaso
El zaguero solo jugó 303 minutos en la liga, por los 708 del mediocampista
Pero entre la lesión y el tiempo que estuvo fuera, le costó coger más el ritmo para volver a tener protagonismo en el campeonato liguero.
El 23 de enero, en casa del DUX, disfrutó su primera titularidad en la liga desde la lesión contra Unionistas y otra vez la mala suerte se cebó con el zaguero, que se marchó lesionado a los quince minutos.
Desde ahí hasta el final de curso solo disputó dos encuentros más.
La amplia experiencia de Rafa de Vicente en la categoría de bronce, así como su imaginación, buen trato de balón y condiciones para moverse en la zona ancha convertían a Rafa de Vicente en una seria amenaza para Diego Villares en el centro del campo.
Pero ni las buenas sensaciones ofrecidas por el malagueño durante la pretemporada ni su capacidad de disparo desde la frontal del área fueron suficientes para asentarle en el once inicial.
De hecho, el andaluz arrancó el curso como suplente, aunque en la tercera y cuarta jornada fue titular y completó ambos partidos.
Repetiría en el once en la séptima cita del curso, en la derrota frente al Real Unión (2-1) y otra vez en la novena, en El Sardinero contra el Racing de Santander (0-0). Pero no ofreció un buen rendimiento y, desde ese momento pasó totalmente a un segundo plano.
Desde esa novena jornada, su participación fue prácticamente residual, pese a jugar catorce encuentros de liga más. Pero casi siempre jugando menos de veinte minutos.
De hecho, desde entonces solo sumó una titularidad en el torneo de la regularidad.
Entró en la final del playoff de ascenso, para sustituir al lesionado Mario Soriano en el minuto 69, pero su falta de ritmo provocó que cuajara una mala actuación.