Fue titular en los tres partidos que jugó Países Bajos en la Eurocopa de 2012, un año después de ser campeón continental sub-17 e hizo historia porque entonces se convirtió en el futbolista más joven en disputar la competición (superó al mito belga Enzo Scifo, pero luego Jude Bellingham en 2021 y Lamine Yamal, este verano, le pasaron por la derecha). Jetro Willems tenía entonces 18 años recién cumplidos, pero mucha vida por detrás. Poco después empezó a dar detalles del increíble periplo del que le rescató el fútbol. Con 9 años había llegado al aeropuerto de Schipol, en Amsterdam, con las piernas forradas con fardos de cocaína. Sus padres le habían utilizado como mula para llevar la mercancía desde su Curaçao natal a la metrópoli.
“Yo lo hago”, les dijo. Y apuntó cómo sus padres necesitaban el dinero de esa droga para mejorar su vida en los Países Bajos, donde llevaban cinco años con trabajos temporales e instalados en un poco recomendable enclave al sur de Rotterdam. “Me pegaron los paquetes a las piernas. Necesitábamos el dinero y al final todo salió bien. Caminaba muy raro al pasar por el control, pero no le prestaban mucha atención a los niños. Lo único que quiero es no volver a estar en esa situación. Mis padres encontraron buenos trabajos y ya no necesitamos seguir en es”, rememoró Willems cuando echó la vista atrás en una confesión en una entrevista radiofónica que mantuvo con Andy van der Meyde, exjugador del Inter. “La pelota me salvó”, le explicó mientras miraba un lienzo que mandó pintar y en el que se le reproduce ante una escalera que lleva a dos caminos. Esa ruta, la buena, le ha llevado a Castellón, donde llegó este verano a prueba para tratar de convencer al técnico Dick Schrauder de que estaba en condiciones de ayudar al equipo. Tras una decena de entrenamientos y dos partidos amistosos le pusieron un contrato encima de la mesa. Este jueves, recuperado de una leve lesión, estará en Riazor.
Willems fue durante buena parte de la década pasada uno de los laterales izquierdos más cotizados en el fútbol europeo. Cuando iniciaba su cuesta abajo todavía Txiki Begiristain y Pep Guardiola valoraron la opción de incorporarlo al Manchester City, justo cuando el técnico catalán llegó al equipo. Para entonces Willems ya había sido 22 veces internacional, a pesar de que se perdió el Mundial de 2014 por una lesión en su rodilla izquierda. El PSV Eindhoven le había reclutado del vivero del Sparta de Rotterdam y en el club de la Philips no dejó de crecer. Con ellos se convirtió en un habitual en las competiciones europeas y fue dos veces campeón de Liga antes de salir traspasado al Eintracht alemán.
En Francfort fue campeón de Copa, titular en la final ganada de manera sorprendente al Bayern en mayo de 2018. Parecía instalado en el equipo, pero la salida del técnico Niko Kovac le descabalgó del once y acabó cedido en el Newcastle. Aquella aventura fue breve, pero intensa. Le marcó un gol al Liverpool que fue elegido por sus aficionados el mejor tanto de la temporada y se destrozó otra vez la rodilla izquierda en un mal giro durante un partido contra el Chelsea. Tenía 25 años y el Newcastle estaba a punto de negociar con el Eintracht un traspaso para firmarle un contrato plurianual.
Aquello ocurrió pocas semanas antes del inicio de la pandemia. Año y medio se pasó en blanco Willems, que con el contrato finiquitado en Francfort encontró acomodo en el modesto Greuther Fürth alemán, colista destacado en la campaña 21-22 de la Bundesliga. Castigado por el destino, su estrella ya había dejado de brillar y enlazó periodos sin club con breves experiencias en Groningen, con otro descenso de categoría, y Heracles Almelo antes de recibir la invitación de Schrauder para adiestrarse este verano en Castellón, donde no se hizo con la titularidad hasta el mes de octubre. Una leve dolencia le apartó del equipo en las últimas semanas, pero el entrenador ya ha confirmado que estará en Riazor, donde tiene opciones de reaparecer.
Willems pasa de puntillas por el fútbol español, pero no por la vida. Involucrado en numerosas causa sociales en su Curaçao natal con donaciones económicas que han servido para mejorar escuelas o involucrado en un llamativo proyecto de reinserción en el penal de Bon Futuro, uno de los más duros de las islas del Caribe. En el documental Di velt pa SDKK, que está disponible en YouTube, el futbolista describe sus vivencias durante cinco días en los que estuvo voluntariamente internado allí como un preso más. Y tras salir de allí explicó sus motivaciones: “Tenemos que trabajar todo por la reinserción. Todo el mundo merece una segunda oportunidad”.