El Deportivo desatascó el encuentro en El Plantío contra el Burgos con un ejercicio de tranquilidad durante la construcción del gol que a la postre fue definitivo. Una acción colectiva de exactamente un minuto, con 18 pases, la participación de siete jugadores diferentes, una conducción de Ximo Navarro y el remate certero de Mario Soriano.
“El partido también estaba en tener mucha calma, si arriesgábamos en ataque el Burgos estaba esperando para las contras”, comentó Óscar Gilsanz sobre el contexto de un partido en el que el Dépor no se podía precipitar, como de hecho ya le había sucedido en el enfrentamiento de la primera vuelta frente al Burgos en Riazor.
Esa paciencia quedó reflejada en la jugada del 0-1. El balón salió por la banda derecha del ataque blanquiazul y Pablo Vázquez puso de nuevo el cuero en juego en el minuto 68:00 hacia Pablo Martínez. Los siguientes cinco pases se produjeron entre el central francés y José Ángel, que posteriormente giró el juego hacia el sector derecho. Pablo Vázquez quiso profundizar hacia Ximo, pero el lateral le devolvió el cuero ante un Burgos ordenado.
Acto seguido, el balón le llegó de nuevo a José Ángel y la jugada subió de ritmo. Soriano recibió entre líneas, buscó a Obrador en la banda izquierda y este le pasó el balón a un Yeremay que, presionado por el lateral Arroyo, tuvo que retroceder el esférico a Mario Soriano.
Ya corría el minuto 68:48 y el mediapunta madrileño tenía el balón cerca de la línea divisoria del campo. No obstante, la jugada se aceleró a partir de ahí. José Ángel y Pablo Vázquez tocaron de nuevo la pelota antes de un pase más profundo hacia Ximo. Con el Burgos ya unos metros más retrasado que hacía unos segundos, el lateral decidió arrancar la moto, superó a Iñigo Córdoba y puso un centro atrás cuando llegó a la línea de fondo.
Y en el minuto 69:00 apareció Mario Soriano en el punto de penalti para rematar a puerta y culminar una jugada colectiva que ejemplificó a la perfección el control y la paciencia que tuvo que mostrar el Deportivo en El Plantío para llevarse los tres puntos en un partido cerrado que parecía de 0-0.