Hace unas horas fallecía un mito del deportivismo y del deporte gallego y nacional, Arsenio Iglesias. El que fue entrenador del Supederpor nos dejaba a los 92 años de edad. Desde que la noticia se ha conocido las muestras de hondo pesar y dolor han comenzado a sucederse. Arsenio no solo era querido por sus méritos deportivos, absolutamente irrepetibles, sino por su forma de ser, su bonhomía y su identificación con su tierra y sus gentes. 

Arsenio llevaba enfermo muchos años, aquejado de varios problemas de salud que en los últimos tiempos se habían ido agravando de manera considerable. El fallecimiento se produjo al filo de las once de esta mañana.

A partir de las cuatro de esta tarde está previsto que llegue su cuerpo al estadio de Riazor, donde será velado. El Deportivo está estudiando suspender todos los actos de mañana, que era el Día de las Peñas. 

Pesar en redes sociales

En redes sociales son numerosas las muestras de pesar que se han sucedido desde que se conoció la noticia. Desde el propio club, que manda "toda #anosaforza para familia e amigos, para todo o Deportivismo" hasta jugadores, entrenadores y, por supuesto, numerosos aficionados. 

Clubes como el Liceo o el Basquet Coruña ya han mandado sus condolencias, al igual que el Ayuntamiento de A Coruña. 

Conocidos deportivistas como Xosé Touriñán también mandaban su último adiós al míster.

Hijo adoptivo

El que fuera uno de los entrenadores más queridos del Depor fue nombrado hijo adoptivo de la ciudad hace tres años por sus “méritos personales y deportivos” y por la labor desarrollada para promover la ciudad, una iniciativa que fue aprobada por unanimidad por el pleno del Ayuntamiento.

“Arsenio le da mucho más a A Coruña que A Coruña hoy a él, nos da el privilegio de su convivencia y el orgullo de contar para con lugares a los que su nombre le da lustre”, destacó el entonces concejal de Deportes, Juan Ignacio Borrego.

Su trayectoria deportiva, primero como futbolista y después como entrenador, está ligada a las más distinguidas páginas de la historia deportiva de la ciudad, en “victorias objetivas” como la de la Copa del Rey de 1995 o con “emociones colectivas” con la consecución de ascensos y permanencias.