La pasada semana el Comité Gallego de Entrenadores de la Real Federación Gallega de Fútbol homenajeó a los 70 entrenadores con mayor trayectoria en los banquillos, entregándoles el carnet de Entrenador de Honor. Entre ellos figuraban los deportivistas Luis Suárez Miramontes y Arsenio Iglesias Pardo, a los también se les concedió también la Medalla de Oro de la R.F.G.F..
Un breve repaso a la trayectoria del profesor Arsenio, como le llamaba Bebeto, nos recuerda sus inicios como entrenador del Fabril en el año 1967. Su paso al primer equipo del Deportivo en la temporada 70/71, con ascenso incluido a Primera División al vencer al Rayo Vallecano, y su marcha en julio del 73 al Hércules C. F. al que también ascendió. A continuación entrenaría al Real Zaragoza, Burgos C. F., Elche, Almería, hasta regresar a nuestro Deportivo en la temporada 82/83. Después de un año en la S. D. Compostela es reclamado para regresar a Riazor y volver a ascender al Deportivo. Fue el 9 de junio de 1991, con el 2 a 0 al Murcia, después del incendio de la cubierta de la grada de Preferencia y el abrazo a Martín Lasarte al finalizar el encuentro. En la rueda de prensa posterior, una de las preguntas que se le formularon era: ¿Es este el mayor logro de su dilatada carrera?, y él contestaba: “Mira, para mí el día del Rayo fue casi tan grande como éste. Yo ya lo tenía todo hecho en aquel partido. Se perdió y me dieron por desahuciado. Mucha gente habló contra mí mas de la cuenta. Luego, he vuelto, con mucha humildad y trabajo. Y ahora ascendemos. Para qué seguir hablando”. Ese día anunció su despedida. Volvería en abril del año siguiente y... esa nueva etapa está jalonada de los mayores éxitos, con dos subcampeonatos de Liga y la primera Copa del Rey disputada al Valencia en aquella accidentada final. También le cave el honor de ser el primer entrenador deportivista en competiciones europeas. Finalizaría su actividad como entrenador al ser llamado por el Real Madrid para sustituir a Valdano en la segunda vuelta de la temporada 95/96.
Arsenio se sentó en los banquillos en más de setecientos partidos, siendo Fran “o neno” su jugador mas veces alineado con 134 partidos, seguido por Djukic, al que él llamaba Yuca, con 130 partidos.
Una vez jubilado, actuó como seleccionador gallego en compañía de Fernando Vázquez. El R. C. Deportivo le concedió la Insignia de Oro y Brillantes; el Ayuntamiento de A Coruña le erigió un monumento delante del Estadio de Riazor en 1995 y finalmente lo nombró Hijo Adoptivo y le dio su nombre a la Ciudad Deportiva de A Torre en el año 2000, al cumplir Arsenio los 90 años.
Se dice de Arsenio que es un hombre socarrón y con una retranca propia del medio rural, pero eso es solo un estereotipo de la prensa nacional. Arsenio, como entrenador no era una estrella mediática y simplemente presumía de saber poner a los mejores en su puesto natural, que no es poco, pero era mucho más que eso. Sabía comportarse con mucho respeto hacia la plantilla; vigilaba su descanso y alimentación; y utilizaba tácticas modernas como la defensa de tres centrales, tan en boga hoy en día. Su definición del fútbol: “Orden y talento”, lo dice todo.