El efecto Eddahchouri pierde fuerza
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El efecto Eddahchouri pierde fuerza

El efecto Eddahchouri pierde fuerza
Eddahchouri, en el suelo durante el partido ante el Cádiz | Foto: Quintana

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Zakaria Eddahchouri se ganó un puesto en el once titular del Deportivo poco después de su desembarco en A Coruña durante el mercado de invierno. El delantero neerlandés irrumpió con fuerza, dejando su carta de presentación en forma de buen gol ante el Almería en su estreno como titular. En sus primeras apariciones confirmó las palabras pronunciadas en su presentación, cuando prometió aportar “movilidad y dinamismo” a un equipo necesitado de savia nueva en ataque.


Sin embargo, casi dos meses después de su llegada y tras firmar otro gol importante frente al Córdoba, el entusiasmo inicial en torno a su figura ha ido menguando. El partido ante el Cádiz confirmó la curva descendente en el rendimiento del exjugador del Telstar, cuya irrupción había supuesto un soplo de aire fresco en comparación con las pobres prestaciones que venían ofreciendo Iván Barbero y, especialmente, Moha Bouldini durante la primera mitad del curso. Pero aquella ventaja competitiva que exhibió Zaka en sus primeras semanas ya no resulta tan evidente. La comparación con sus rivales por el puesto empieza a igualarse, no tanto por méritos ajenos como por deméritos propios.


Frente al Cádiz, Eddahchouri disputó 72 minutos y completó una actuación desconectada, casi invisible, al margen del flujo del juego. Apenas intervino en 17 ocasiones y completó siete pases de los nueve que intentó, cifras que ilustran con crudeza la falta de sintonía que todavía mantiene con sus compañeros de ataque. Su fútbol sigue pareciendo, por momentos, un idioma distinto al que habla el resto del frente ofensivo blanquiazul.


Pero lo más preocupante para el Deportivo es que Eddahchouri tampoco logró destacar en aquello que debe ser su terreno natural: el área rival. En el primer tiempo desperdició una ocasión clarísima después de un centro medido de Yeremay que lo dejó solo ante el guardameta David Gil. No estuvo rápido ni fino en el control ni en la definición. Kovacevic le ganó la posición y abortó el disparo inicial, y, aunque Zaka dispuso de una segunda opción con la portería vacía, se topó con la providencial intervención de Víctor Chust bajo palos.


Ya en la segunda parte, el neerlandés volvió a tener una oportunidad inmejorable para redimirse. Esta vez fue Mella quien le sirvió un centro preciso desde la derecha, pero su cabezazo se marchó por encima del travesaño, alimentando aún más la frustración de Riazor.


La paciencia del público se vino todavía más abajo cuando, un minuto más tarde, sumó a su discreta actuación un error de bulto en una transición ofensiva del Dépor. Con Mario Soriano completamente libre de marca por la derecha, el neerlandés optó por un pase a la izquierda hacia Yeremay, quien ni siquiera había iniciado un desmarque de ruptura. La gota que colmó el vaso.

 

Cambio por Barbero

La mala noticia para Eddahchouri —y la buena para el Deportivo— es que Iván Barbero, esta vez sí, aportó saliendo desde el banquillo. El delantero almeriense participó de forma decisiva en la jugada que desembocó en el gol de la victoria de Mario Soriano, al no dar por perdido un balón suelto en el área rival. Con fe y determinación, le ganó la partida al portero David Gil y mantuvo viva la acción hasta que el mediapunta firmó su obra de arte con una volea perfecta de zurda.


Además, Barbero se fajó en los duelos individuales, imponiéndose en dos de los tres que disputó, y se vació en tareas defensivas durante los últimos minutos para proteger una ventaja tan valiosa como trabajada. No fue una actuación deslumbrante, pero sí suficiente para alimentar el debate. La distancia que separaba a ambos delanteros empieza a reducirse poco a poco, aunque más por el bajón de rendimiento de un Eddahchouri que firmó en Cádiz una de sus actuaciones más grises desde su llegada a Riazor.

El efecto Eddahchouri pierde fuerza

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