El Dépor y el camino hacia la estabilidad
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El Dépor y el camino hacia la estabilidad

El Dépor y el camino hacia la estabilidad
Zakaria Eddahchouri trata de mantener el control del balón durante el partido ante el Huesca en Riazor | Foto: Javier Alborés

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El Deportivo alcanzó el pasado fin de semana los cinco partidos consecutivos sin perder con el empate frente al Cartagena en Riazor (2-2), un mérito todavía mayor considerando que jugó en inferioridad numérica desde el minuto 7 tras la expulsión de Ximo Navarro. A pesar de enfrentarse al colista de la categoría, el esfuerzo del equipo permitió rescatar un punto valioso.


Hasta el pasado fin de semana, el conjunto herculino formaba parte de un reducido grupo de equipos de Segunda División que no había logrado enlazar cinco encuentros invictos en la presente temporada. Solo Zaragoza (4), Eldense (3), Tenerife (3) y Cartagena (2) continúan sin alcanzar esa racha. Para Óscar Gilsanz, técnico blanquiazul, esta evolución se debe a una mayor estabilidad del equipo. Aunque cuatro de estos cinco partidos terminaron en empate, el entrenador prefiere ver el lado positivo: su equipo se ha acostumbrado a competir y a mantenerse vivo incluso en momentos de dificultad, ya sea por la superioridad del rival o por falta de inspiración propia.


“El equipo es más sólido, se está estabilizando. Lo que buscamos cada semana es ganar los tres puntos, pero muchas veces, buscando esos tres puntos, solo consigues uno, empatar. Pero buscamos que el equipo se sienta fuerte, equilibrado, que sienta esa estabilidad en la manera de competir, incluso cuando no estás especialmente bien, como el día del Castellón, donde fuimos capaces de competir y sacar un punto, y que el otro día, con un jugador menos durante 90 minutos, seamos capaces de igualar el partido por dos veces”, explicó el técnico.


Esa solidez es clave en la hoja de ruta del Dépor. Durante esta racha de cinco partidos, el equipo ha demostrado capacidad para sobreponerse a las adversidades, adaptarse a distintos contextos y mejorar su rendimiento en las segundas partes con pequeños ajustes tácticos. “Esa estabilidad que buscamos, queriendo mejorar y que esa racha vaya acompañada de victorias, creo que es satisfactoria, a la vez que nos transmite esa ilusión para seguir mejorando y para que esa diferencia que estamos teniendo entre empatar y ganar la vayamos puliendo cada vez más. Es el camino que estamos siguiendo”, añadió Gilsanz.

 

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1. Paciencia y control ante el Huesca

El primer encuentro de esta serie sin derrotas fue en Riazor ante el Huesca (0-0). El Deportivo dominó con claridad, demostrando un alto nivel de juego ante un rival que llegaba con una racha de 13 jornadas sin perder, la mejor de su historia en Segunda hasta que una semana más tarde la amplió hasta los 14 partidos.


A pesar de la solidez, al equipo le faltó precisión en los metros finales. Controló el ritmo, evitó sobresaltos y apenas concedió oportunidades, salvo por un error puntual que Helton Leite solventó con una gran intervención. El Dépor impuso su paciencia y control, pero no encontró la chispa necesaria en ataque para traducir su superioridad en goles.

 

2. Balón parado, ajustes y ambición en Oviedo

El único triunfo en esta racha llegó en el Carlos Tartiere, feudo del Oviedo (1-2), donde el Deportivo reafirmó su condición de uno de los mejores visitantes de la categoría.


El equipo sufrió en los primeros minutos con la presión alta del conjunto carbayón y con las incursiones de Hassan por la banda de Obrador. Sin embargo, resistió el asedio inicial, encontró ciertas vías de alivio con balón y encontró en la estrategia a balón parado la fórmula para adelantarse en el marcador. El Oviedo empató poco después, pero el Dépor se mantuvo firme y controló mejor las acometidas rivales en la segunda mitad. Cuando parecía que el partido se encaminaba al empate, los cambios de Gilsanz dieron resultado: Diego Gómez y Hugo Rama fabricaron la jugada del gol decisivo de Ximo Navarro en el tiempo añadido, reflejo de la ambición del equipo incluso en escenarios complicados.

 

3. Dos caras ante el Córdoba en Riazor

El duelo frente al Córdoba (1-1) fue una prueba de carácter para el Deportivo. El conjunto andaluz, en clara dinámica ascendente, asfixió la salida de balón del Dépor en la primera mitad, provocando múltiples errores locales que solo la falta de puntería visitante y la inspiración de Helton evitaron que se tradujeran en un marcador adverso antes del descanso.


Tras el paso por vestuarios, el Córdoba se adelantó con un gran gol de Álex Sala desde fuera del área, pero el Deportivo reaccionó con personalidad y firmó sus mejores minutos de esta racha de cinco encuentros sin perder en ese tramo del encuentro ante el Córdoba. Con un asedio constante durante 20 minutos, logró empatar por medio de Eddahchouri y, en la recta final, supo mantener el punto en un partido que se convirtió en un intercambio de golpes. Un contexto que otras veces llevó al Dépor a la lona. Pero no a esta versión blanquiazul.

 

4. Castalia: capacidad de sufrimiento

El partido en Castalia contra el Castellón (2-2) fue el más incómodo de esta serie y Óscar Gilsanz ratificó esa sensación en sus ya citadas declaraciones. El Deportivo sufrió con el estilo atrevido del conjunto local, que dominó la mayoría del encuentro y encontró en el joven atacante Álex Calatrava un dolor de cabeza constante para la defensa blanquiazul.


A pesar del gol tempranero de Yeremay y del polémico empate del Castellón tras una falta clara de Jozhua Vertrouwd sobre Mella, el Deportivo nunca logró sentirse cómodo. Sin embargo, se mantuvo en pie y logró rescatar un punto gracias a su efectividad en las jugadas a balón parado, con el gol de cabeza del central Pablo Vázquez a la salida de un córner. Un recurso que ha sido fundamental en esta racha y que demuestra la capacidad del equipo para sobrevivir en escenarios adversos.

 

5. Carácter y sacrificio contra el Cartagena

El encuentro frente al Cartagena (2-2) parecía propicio para una victoria cómoda, ya que el colista de Segunda llegaba hundido tras nueve derrotas consecutivas, pero la supuesta obligatoriedad de la victoria saltó por los aires con la temprana expulsión de Ximo Navarro. A los obstáculos tácticos y anímicos que tuvo que superar el Deportivo en los cuatro partidos anteriores, se sumó esta vez la necesidad de dar un extra en el plano físico. En lugar de desmoronarse, el Dépor mostró una gran capacidad de adaptación, con el ejemplo de Diego Villares reconvertido en lateral izquierdo y firmando una actuación sobresaliente


Consciente de que la inferioridad numérica obligaba a dosificar esfuerzos, el equipo apostó por un juego pausado y controlado, evitando el desgaste innecesario. A pesar de ello, ya en la segunda mitad, el colista logró adelantarse en dos ocasiones, pero el Deportivo respondió con rapidez, primero con un gol de Villares y luego con otro de Barbero tras una jugada vertical. El punto dejó un sabor agridulce, pero la resiliencia mostrada refuerza la idea de estabilidad que Gilsanz trata de implantar.


El Dépor ha dado un paso adelante en cuanto a competitividad. Ha demostrado capacidad para resistir y adaptarse a diferentes contextos. Su evolución no se mide solo en victorias, sino en la sensación de que cada vez es más difícil derrotarle. Gilsanz insiste en la importancia de consolidar esta estabilidad y perseverar en el intento de convertir esos empates en triunfos. 

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