El entrenador del Sporting de Gijón es celtista de cuna. “Nací siendo del Celta y moriré siendo del Celta”, reconocía en una entrevista a Radio Galega Rubén Albés Yáñez (Vigo, Pontevedra, 1985), un entrenador precoz y todavía treintañero pese a su ya amplia trayectoria. Todos estos condicionantes, e incluso el nombre de pila, recuerdan a un técnico coruñés. Albés es el Rubén de la Barrera del sur de Galicia.
Los ‘Rubenes’ son de la misma quinta. Es más, solamente un mes y una semana separan sus fechas de nacimiento. También comparten su retirada como futbolistas y la espina de nunca haber vestido la camiseta del equipo de sus amores. O sí, porque De la Barrera jugó con el Dépor el torneo de Brunete, aunque realmente no era el Dépor. En aquellos tiempos el club blanquiazul no tenía equipos de juveniles hacia abajo y acudía al torneo con una selección coruñesa. Albés jugó en el Alerta Traviesas, Areosa, Rápido de Bouzas, Pontevedra B y Céltiga. Nunca vistió de celeste.
Después de entrenar en categorías inferiores, el año 2010 volvió a unirlos. Fue la primera vez que se sentaron en un banquillo sénior: el coruñés en el Villaralbo zamorano y el vigués en el Burjassot valenciano. Ambos, además, tienen dos banquillos en común: Valladolid B y Albacete.
La oportunidad del club de sus amores les llegó a ambos ya como entrenadores contrastados. Albés aterrizó en el Celta B en 2017, con 68 partidos en Segunda B y una experiencia como ayudante de Benito Floro en el Wydad marroquí en su mochila. De la Barrera llegó al Dépor en 2021 para sacarlo de la peor situación clasificatoria de su historia. Antes había acumulado 150 encuentros en Segunda B, un curso en Segunda con la Cultural Leonesa y dos lecciones de fútbol y vida en Catar (Al Ahli) y Rumanía (Vitorul Constanta). Fue la primera de las dos etapas del coruñés en el Deportivo. Albés solo lleva una en el Celta, pero el tiempo, seguramente, lo ponga de nuevo al mando del club olívico.
El fútbol de Rubén Albés es, según sus propias palabras, “canalleta”. El técnico se refiere con ello a un modo innegociable de afrontar los partidos desde la valentía, la intensidad y el descaro, más que a aspectos técnico-tácticos.
Porque el paso del tiempo ha dejado patente que Albés es un entrenador camaleónico, que amolda sus esquemas y tácticas a los recursos de los que dispone en sus plantillas.
En su campaña y pico a los mandos del Lugo apostó por defender en bloque bajo y jugar directo. En Albacete estiró más al equipo, que también elaboraba y generaba en mayor medida que su Lugo. En el Carlos Belmonte, el preparador vigués alcanzó el que hasta hoy es el culmen de su carrera. Albés condujo a los manchegos al playoff de ascenso como equipo más goleador de la categoría, lo que le valió el Trofeo Miguel Muñoz al mejor entrenador de la temporada.
El Sporting que veremos el domingo en Riazor, por contra, presiona alto. Los gijoneses suelen defender con un 5-2-3 muy flexible debido a las marcas individuales y a la orden tajante –y poco conservadora– de emparejar a sus laterales con los del adversario. Pese a ese atrevimiento, en estático es un equipo fuerte defensivamente. No ha encajado todavía un gol a balón parado.