La mística maldita de Pumarín engulló de nuevo al Leyma Basquet Coruña, que sufrió su undécima derrota en 12 visitas –en LEB Oro– a la pista carbayona, a la que no viajaron Zach Monaghan y Augustas Peciukevicius, y en la que el equipo experimentó una levísima mejoría, sobre todo en intensidad y defensa, pero el ataque, como en este terrible mes de marzo, no acompañó.
A pesar de un arranque algo deslavazado en ataque, la ‘marea naranja’ se presentó en Pumarín con mejor cara que en los últimos partidos. La agresividad de Ndow le dio a los visitantes la que a la postre sería una de sus cuatro únicas rentas en todo el partido (7-9). La segunda, 13-14, llegaría con un triple de Javi Vega, contestado por 3 puntos de Lundqvist para cerrar el acto inicial (16-14).
El escolta sueco cedió el testigo a Jorgensen en el segundo periodo. El estadounidense firmó 5 puntos en el parcial de salida de 7-2. Sergio García paró el partido con 25-18 en el marcador. Sus jugadores estaban reincidiendo en los males de los partidos precedentes: ataque estático muy estático, escasos movimientos sin balón y una selección de tiro algo más que dudosa.
La bronca despertó al Leyma, que construyó un parcial de 2-9, cerrado con un triple de Soluade –el único anotado por los visitantes en este cuarto– para igualar de nuevo fuerzas (27-27). Natxo Lezcano llamó a sus tropas al orden, y tras un minuto de explicaciones, parcial de 5-0 a la vuelta al rectángulo.
Un momento de libertad y oxígeno tras verse atrapado el Oviedo en la zona 2-3 que el técnico del Leyma ordenó después de su tiempo muerto. Y un espejismo, porque entre Ward y un 2+1 de Gray devolvieron las tablas al marcador, rotas por Lundqvist con una canasta imposible.
Al descanso se llegó con un ajustado 34-32, y con unos números muy llamativos en dos facetas estadísticas. El Oviedo, líder liguero en rebotes ofensivos, se fue a descansar con solo uno en su casillero, el mismo número de tiros libres que lanzó el Leyma (el de Gray, a 25 segundos del parón).
El reposo le sentó mejor a los visitantes. Al menos durante los primeros minutos del tercer capítulo, los más regulares en ataque. Soluade y Löfberg enroscaron sendos triples, dos libres convertidos por Ward devolvieron al Leyma la delantera (41-42) y otro acierto lejano del sueco le dio su máxima –y a la postre última– renta del encuentro (41-44).
Lezcano paró de nuevo el juego, y en la reanudación florecieron dos jugadores locales que no habían anotado en la primera mitad: McDonnell y el exnaranja Kamba, que con 9 puntos casi seguidos abrió de nuevo un pequeño hueco (57-51), y con un taponazo a Gray en la última posesión hizo que ese mismo marcador fuese el del arranque del cuarto final.
En medio de la explosión del congoleño también asomó la cabeza un Mikel Sanz que cada vez que cuenta con minutos –generalmente cuando hay bajas– se está ganando tener bastantes más.
Los últimos 10 minutos fueron un drama. Para el espectador y para el Leyma: 5-5 en los primeros 7 minutos. Un goteo de puntos que, obviamente, favorecía al que iba por delante. Los de Sergio García solo convirtieron uno de sus primeros 10 triples en este periodo. El segundo lo firmó Ward –su primero de la temporada– ya en los segundos finales y con la máxima ventaja del Oviedo (67-57) en el luminoso.
Una amarga ironía para un equipo que sigue con su marzo negrísimo: cuatro derrotas en cinco partidos –la victoria fue en Riazor contra el colista–, descenso hasta la novena plaza –la última que retrasa las vacaciones– y decrepitud ofensiva: 62 puntos anotados del media en estos cuatro sopapos, 21 menos que el promedio de la temporada cuando acabó febrero. Y el jueves –aún marzo– visita Riazor el tercer clasificado, el Lleida.
Oviedo CB 67 - 60 Leyma Basquet Coruña |
Oviedo (16+18+23+10): Atencia (10), Jorgensen (14), Kamba (10), Arteaga (10), McDonnell (5) –cinco inicial– Meana (2), Lundqvist (12), Bartolomé (0), Elechi (4). Leyma (14+18+19+9): Löfberg (9), Soluade (8), Javi Vega (8), Ndow (7), Ward (14) –cinco inicial– Hamilton (2), Gray (3), Sanz (9), Diagne (0). árbitros: Zafra, Carpallo, Lázaro. |