Los patines y el stick forman parte de sus primeros recuerdos. El hockey es una cuestión familiar, pero ha superado todas las expectativas. Se formó en la cantera del Compañía de María y con 17 años se marchó a La Masía. Lo ha ganado todo con el Barça y con la selección. Es el coruñés Ignacio Alabart González (9 de abril de 1996), una auténtica estrella del hockey patines. Y el domingo será uno de los jugadores más vigilados por el Deportivo Liceo en el clásico de la OK Liga (12 horas, Palau Blaugrana).
¿Qué significa para ti un Barça-Liceo?
Es un partidazo. Son los dos equipos que históricamente han peleado más ligas entre sí y, teniendo en cuenta los enfrentamientos recientes, es todavía más atractivo. Para mí tiene un aliciente más porque es un partido contra el equipo de mi ciudad, mi padre jugó allí y tiene ese morbo especial que lo hace más divertido.
Tres derrotas en los últimos duelos directos, ¿tienes ganas de revancha?
Esos últimos enfrentamientos nos dan más ganas para conseguir esa, por decirlo entre comillas, revancha. En el deporte todos los equipos pueden perder, pero queremos demostrar que el Barça siempre se repone. Sin desmerecer al Liceo, creo que somos superiores pese a las últimas derrotas.
¿Qué tipo de partido esperas en el Palau?
Va a ser un partido largo, duro y reñido hasta el final, para competir al 100% y que se va a decidir por pequeños detalles, aunque generalmente se lo lleva el equipo que suele estar mejor. Nosotros saldremos con las ideas claras: ir arriba en todo momento, hacer un juego atractivo y tratar de que ellos no puedan pensar en defensa ni jugar cómodos. Supongo que el Liceo intentará plantear un partido parecido a las finales de la Copa y la Supercopa: protegerse atrás, defender en el uno contra uno y aprovechar las contras.
Es un partidazo y para mí tiene ese morbo que lo hace más divertido
Y con público.
Un Barça-Liceo siempre es un aliciente para cualquier aficionado al hockey y ojalá el ambiente del Palau vuelva a ser espectacular. La situación sigue siendo difícil porque la gente todavía tiene cierto miedo de reunirse en espacios cerrados, pero confiamos en que la afición venga y pueda ayudarnos a lograr la victoria.
¿A qué jugador del Liceo ficharías para el Barça?
Es complicado porque tienen una plantilla muy amplia, con jugadores de mucha calidad… (se lo piensa). En vez de a uno, voy a mencionar tres, cada uno diferente: Jordi Adroher, con el que he compartido selección, ya no solo por la bola parada, sino por cómo entiende el juego y se asocia con los compañeros; César (Carballeira), con el que también he coincidido, que es un baluarte defensivo y siempre sabe lo que hace en la pista, y Àlex Rodríguez, que también fue compañero, y es otro escándalo de jugador, con mucho gol.
¿Cómo es jugar en el equipo al que todos quieren ganar?
Supone un grado de responsabilidad alto porque representamos a un club que tiene que aspirar a todos los títulos, pero tiene un aliciente positivo porque salir a ganar siempre motiva. Es un honor que el Barça cuente conmigo para un grupo de elegidos.
Del Compañía al Barça.
Hay diferencias, sobre todo en el tema de los recursos. El Compañía es un club muy modesto, pero es mi casa, y cada vez hacen las cosas mejor para que los jugadores tengan buenas condiciones. El Barça es otra dimensión. El trato y los cuidados son espectaculares. No se pueden comparar con ningún otro club en el mundo. Estoy agradecido de vivir una experiencia extraordinaria.
Jugar en el Barça supone un grado de responsabilidad alto, pero es un honor
¿Cómo fueron los dos años de cesión en el Voltregà?
Me ayudaron a crecer mucho como jugador. Teníamos un equipo muy competitivo, pero teníamos que dar el 100% para obtener resultados y la segunda temporada lo conseguimos. Y a nivel personal fueron dos años que me ayudaron a madurar. En el Voltregà me inculcaron una serie de valores que hoy me siguen acompañando. Es como mi casa y tanto mi padre como mi madre también se sienten en casa. Estamos en deuda con el club y con su afición, que siempre me mostraron mucho cariño y me siguen apoyando.
¿Os han influido el ruido mediático en torno al Barça?
En el equipo nos hemos mantenido al margen y sesde el club siempre nos han transmitido optimismo y tranquilidad para la nueva temporada. Somos conscientes de que la situación del covid ha afectado mucho a todas las entidades, deportivas y no deportivas, pero creo que es un mero bache y el Barça seguirá siendo un club muy grande en el futuro.
¿Te parece que el ‘playoff’ de la OK Liga es una medida anti-Barça?
Creo que el ‘playoff’ es un aliciente más, sobre todo para los aficionados. Es cierto que la liga regular pierde algo de sentido, pero es un formato de competición que afecta a todos los equipos por igual y el trabajo en la temporada se verá recompensado con la ventaja de campo. Somos conscientes de que si lo hacemos bien tendremos incluso más opciones. Ojalá con el ‘playoff’ se vivan partidos muy emocionantes y se vuelvan a llenar los pabellones.
Ojalá podamos vivir la Champions este año
El conflicto entre la World Skate Europa y la Asociación de Clubes sigue enquistado: Barça, Liceo y los grandes de Portugal no están inscritos en la Euroliga. Lo que no se perderá Ignacio es la Eurocopa de selecciones en noviembre.
El sábado empieza una atípica Euroliga.
No estoy nada metido en el tema porque no me compete, pero es una pena porque es una competición que genera mucha ilusión. Ojalá podamos vivir la Champions este año.
En noviembre se disputa el Europeo, primer torneo de selecciones desde la pandemia, ¿cómo lo afrontas?
Con muchísima ilusión y motivación por volver a competir y ganar. Representar a España es un orgullo y una responsabilidad para mí. Ojalá podamos formar un buen grupo para dar guerra.
Desde la distancia se sufre más, duele ver al Depor ahí
El hockey y el deportivismo corren por las venas de Ignacio: su padre, Kiko Alabart, jugó en el mítico Liceo de los años 80 y en la selección española; su abuelo, Antonio González, fue presidente del Deportivo y de la Federación Española de Patinaje, y sus tíos, Nacy y Necho González formaban parte del histórico Dominicos que subió por vez primera a la OK Liga.
El pequeño de los Alabart se considera un deportivista más. Socio desde que nació, dejó su asiento de Riazor cuando se marchó a Barcelona para enrolarse en las categorías inferiores del Barça. “Si no me equivoco fue en 2013, pero el año pasado consideré que era un momento para ayudar al club y ya no volveré a bajarme del carro otra vez”.
¿Cómo vives la actual situación del Depor?
Me ha tocado vivir esa nueva realidad de competir en mitad de tabla y los descensos, aunque también dos ascensos espectaculares. Es una degradación que no le deseo a ningún club. Los aficionados estamos en las buenas y las malas, pero desde la distancia se sufre más. Duele mucho ver al Depor ahí.
Casi una década en Barcelona, ¿cómo llevas la morriña?
Tengo la suerte de poder decir que tengo dos casas. Cuando estoy en Barcelona echo de menos mi casa, a mi familia y a mis amigos, pero cuando estoy de vacaciones en A Coruña y pasa un tiempo ya tengo ganas de volver a Barcelona. Aquí tengo un grupo de gente que me rodea y hace que también me sienta como en casa.
Llevas el hockey en la sangre, ¿se habla de otra cosa en las reuniones familiares?
Mi padre fue jugador, mi madre viene de una familia con mucha tradición de hockey en A Coruña y mentiría si dijera que el hockey no es el plato fuerte en cada conversación. La que más lo sufre es mi hermana (risas).
¿Tu padre te sigue dando consejos antes o después de los partidos?
Dicen que los hijos nunca escuchan lo suficiente a sus padres, pero a la larga he comprobado que siempre tiene razón. Intenta darme su visión de las cosas con palabras de ánimo, para que disfrute y mejore. Es una suerte tener a alguien en casa que sabe tanto de hockey.