Un gol de Raúl Entrerríos, que este sábado ponía punto final a su carrera deportiva, a falta de siete segundos para la conclusión permitió a la selección española de balonmano derrotar por 33-31 a Egipto y colgarse una medalla de bronce, que culmina el ciclo de una de las mejores generaciones del balonmano español.
No es el oro con el que todos los integrantes del equipo español soñaban antes del inicio de los Juegos, pero las muestras de emoción con las que los jugadores celebraron el triunfo demostraron la importancia que tenía para este equipo el metal, con independencia del color.
Y es que el bronce logrado este sábado en la capital japonesa sirvió para premiar todo el esfuerzo y trabajo realizado durante la última década por un grupo de jugadores, que ha llevado a sus más altas cotas al balonmano español.
Un grupo que en un gran número de sus integrantes puso este sábado puso fin a su aventura con la selección, como el propio Raúl Entrerríos, que no pudo poner mejor fin a su carrera deportiva que con el gol que otorgó definitivamente el bronce al equipo español.
Una selección que pareció empecinada por resolver el partido cuanto antes, como si necesitase colgarse la medalla de bronce antes de cumplirse los primeros cinco minutos de juego, lo que no tardó en hacer confundir a España la intensidad con la precipitación.
Unas prisas que contrastaron con la aparente calma con la que Egipto pareció afrontar la contienda, pese a haberse encontrado nunca antes ante la posibilidad de subir a un podio olímpico.
Si España pareció siempre empeñada en resolver cada una de sus acciones en apenas unos segundos, lo que les costó a los "Hispanos" más una innecesaria pérdida de balón, Egipto siempre tuvo la pausa necesaria para dar siempre un pase más.
Una paciencia que permitió a Egipto encontrar siempre el momento justo para conectar con el pivote Mohamed Mamdouh o generar los espacios para que el central Ahmed Elahmar puede explotar su eléctrica finta.
Argumentos ofensivos que permitieron a los de Roberto García Parrondo situarse rápidamente con una ventaja de dos tantos (4-2) en el marcador.
Pero ni así cambio el plan del equipo español al que no pareció importarle conceder más goles de los habituales, empeñado en correr, correr y correr.
Una táctica comenzó a darle frutos al conjunto español en el momento en el que arrastró a los norteafricanos al frenético ritmo de partido propuesto por los de Jordi Ribera.
Y es que si Egipto demostró que táctica y colectivamente no le tiene nada que envidiar a ninguna de las grandes potencias europeas, a nivel individual no todos los jugadores egipcios llegan al nivel de los del equipo español.
Una diferencia de nivel que se hizo más evidente cuando el encuentro se convirtió en una sucesión de rapidísimas acciones individuales.
Ya que si en España anotaron, con la excepción del defensor Gedeón Guardiola, todos los jugadores de campo que actuaron en el primer tiempo, en Egipto en el momento en el que la pelota no llegó a Elahmar o el lateral Yahia Omar la efectividad se redujo notablemente.
Una circunstancia que permitió a la selección española comenzar a abrir brecha en el marcador los últimos diez minutos del primer tiempo, tras unos primeros veinte tremendamente igualadísimos (11-11).
Pero poco a poco la falta de acierto en el lanzamiento del equipo egipcio unido a las paradas de Gonzalo Pérez de Vargas, de nuevo tremendamente acertado, permitieron a los "Hispanos" marchase al descanso con una renta de tres goles (16-19) en el marcador.
Una diferencia que pareció aplacar al equipo español, que, curiosamente, cuando intentó aminorar el ritmo cometió más errores y precipitaciones que cuando jugó a mil revoluciones por minutos.
Fallos que afectaron especialmente a la efectividad en el lanzamiento, emperrados como estuvieron los internacionales españoles en engordar la estadísticas en la portería del recién ingresado Karim Hendawy.
Así apenas siete minutos España perdió toda la renta que había logrado en el primer período (21-21) condenándose a un sufrimiento que no estaba en el guion tras lo visto en el tramo final de la primera parte.
Un panorama que se fue complicando cada vez más y más para un equipo español, que pese a lo puntuales chispazos de Antonio García, cada vez encontraba más dificultades para superar el entramado defensivo del conjunto norteafricano.
Y cuando lo logró se encontró con un cada vez más entonado Karim Hendawy que con sus paradas permitió a Egipto amenazar a España en todo momento en el marcador.
Pero todo el buen hacer de guardameta egipcio quedó en nada ante la efectividad de un Alex Dujshebaev, que al igual que ha ocurrido a lo largo de todo el torneo, no dudó en asumir la responsabilidad anotadora en los momentos decisivos.
Dos latigazos de Alex Dujshebaev permitieron a España entrar en el último minuto con una renta de dos goles (30-32), pero ni así se rindió Egipto que con un gol del pivote Mandouh volvió a poner la incertidumbre en el marcador (31-32).
Pero España no estaba dispuesta a dejarse arrebatar el bronce y mucho menos Raúl Entrerríos que con su gol final selló el triunfo español.
31 - Egipto: Eltayar; Sanad (1), Mamdouh (7), Elmasry (-), Yehia Elderra (2), Hesham (1) y Seif Elderra (-) -equipo inicial- Hendawy (ps), Yahia Omar (6), Wisam Nawar (-), Elwakil (2), Kaddah (4), Elahmar (7, 3p) y Mesilhy (-).
33 - España: Pérez de Vargas; Aleix Gómez (8), Gurbindo (-), Sarmiento (1), Raúl Entrerríos (4), Ángel Fernández (2) y Aginagalde (2) -equipo inicial- Corrales (ps), Maqueda (-), Alex Dujshebaev (5), Figueras (3), Antonio García (6), Gedeón Guardiola (-) y Sánchez-Migallón (2).
Marcador cada cinco minutos: 2-2, 5-4, 7-7, 11-12, 14-16 y 16-19 (Descanso) 19-21, 22-23, 24-24, 27-27, 28-29 y 31-33 (Final).
Árbitros: Schulze y Tonnies (GER). Expulsaron por tres exclusiones al jugador español Gedeón Guardiola (m.57). Además excluyeron por dos minutos a Sanad y Hesham por Egipto; y a Sánchez-Migallón por España.
Incidencias: Encuentro por la medalla de bronce de los Juegos Olímpicos de Tokio disputado en el estadio nacional Yoyogi. Sin público.