El nadador estadounidense Caeleb Dressel se ganó el derecho a reclamar el trono de la natación mundial, vacante desde la retirada del legendario Michael Phelps tras los Juegos de Río, tras cerrar su participación en Tokio con cinco medallas de oro, una menos de las que aspiraba en la capital japonesa.
Pero aunque el norteamericano, que cumplirá 25 años en apenas un par se semanas, no logró el pleno de victorias que buscaba en el Centro Acuático de Tokio, nadie la puede discutir a Dressel el título de "rey" de la natación en estos Juegos.
No sólo ya por sus cinco medallas de oro, ni por el récord del mundo -49.45- con el que adornó su victoria en la final de los 100 mariposa, sino porque Dressel transmitió grandeza incluso en la derrota.
Tardará tiempo en olvidarse la portentosa actuación del de Florida en la última posta de la final del relevo 4x100 estilos mixto.
Pese a la última posición en la que arrancó el último nado, pese a los ocho segundos de desventaja con los que contaba, Caeleb Dressel no dejo de luchar hasta el final pese a ser consciente de que se enfrentaba a un imposible.
Pero ni aun así dejó de competir el norteamericano, que tras reducir en cinco segundos su desventaja llevó a Estados Unidos a un quinta posición, que acabó con la posibilidad de que Dressel lograse las seis medallas de oro.
Una decepción de la que el nadador estadounidense se resarció y con creces este domingo en una jornada final en la que Dressel arrancó con un triunfo en la final de los 50 libre.
El cuarto oro en su cuenta particular lo adornó con una nueva plusmarca olímpica, tras imponerse con un tiempo de 21.07 segundos a dos clásicos del esprint corto como el francés Florent Manaudou, que se colgó la medalla de plata, y el brasileño Bruno Fratus, bronce.
Pero a Caeleb Dressel, ganador además del 50 libre de los 100 libre, los 100 mariposa y los 4x100 libre, le quedaba todavía un último esfuerzo para irse de Tokio, al menos con 5 oros, una cifra sólo superada por dos leyendas como Michael Phelps, ganador de ocho oros en Pekín 2008 y Mark Spitz, que se colgó 7 en Múnich 1972.
Un triunfo que no sólo dependía de Dressel, sino que necesitaba a además de una notable actuación de sus compañeros ante la seria amenaza que representaba el equipo británico, el vigente campeón del mundo, con el formidable bracista Adam Peaty a la cabeza.
Pero en esta ocasión, y a deferencia de lo ocurrido en el fallido relevo mixto, los compañeros no fallaron a un Dressel, que, por si acaso, dejó a su equipo al inicio de la última posta con una diferencia de 60 centésimas.
Y es que Dressel, que arrancó la posta de mariposa con una desventaja de 64 centésimas con relación al cuarteto británico, no estaba dispuesto a dejarse escapar ni el triunfo, ni esa sexta medalla de oro, que le permite reclamar el trono de la natación mundial dejado vacante por Michael Phelps.
Si en la categoría masculina Caeleb Dressel es el indiscutible rey de los Juegos de Tokio, en la femenina habría que hablar de "reinas" ante la sobresaliente actuación de las nadadoras oceánicas, que se colgaron hasta un total de ocho oros.
La juventud de Ariarne Titmus, que hizo tambalear en su pedestal a toda una leyenda como Katie Ledecky con sus triunfos sobre la norteamericana en los 200 y 400 libre, o Kaylee McKeown, que se consagró como la "reina" de la espalda con sus victorias en el 100 y el 200, anticipan un largo reinado por delante a las representantes oceánicas.
Forman un grupo de sensacionales nadadoras que tuvo su representante más prolífera en estos Juegos de Tokio en la velocista Emma Mckeón, que se despidió de la capital japonesa con un total de siete medallas, cuatro de ellas de oro.
La dos últimas las cosechadas ese domingo en las finales de los 50 libre y en la de relevo 4x100 estilos que reflejó mejor que nada el dominio de las "aussies" en estos Juegos de Tokio.
McKeon llegó a esta final ya con el título de "reina" de la velocidad tras añadir a las victorias que logró en los 100 y 4x100 libre, el triunfo en los 50 libre, tras volver a batir el récord olímpico que ella misma ya había rebajado en las series y las semifinales con un tiempo de 23.81 segundos.
Nueva plusmarca olímpica que el formidable cuarteto australiano, integrado por Kaylee McKeown, Chelsea Hodges, Emma McKeon y Cate Campbell, también estableció en la final del 4x100 estilos con un tiempo de 3:51.60 minutos.
El registro permitió a la oceánicas arrebatar por tan sólo 13 centésimas a un conjunto estadounidense, que pese a dominar la prueba llegados los últimos cien metros, tuvo que doblegarse ante la fortaleza de Cate Campbell en la última posta.
La victoria consumó el cambio de guardia vivido en la natación femenina en los Juegos de Tokio en los que Estados Unidos, ganador de ocho oros hace cinco años en Río, tuvo que ceder la corona ante el empuje de la nueva generación de nadadoras "aussies".