La batalla mental de Simon Biles: mucho que perder y poco que ganar
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La batalla mental de Simon Biles: mucho que perder y poco que ganar

La batalla mental de Simon Biles: mucho que perder y poco que ganar
Biles, tras abandonar la competición por equipos/Paul Kitagaki Jr./ZUMA Press

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Simone Biles se marchó del tapiz después de un salto errático en la final por equipos de los Juegos Olímpicos de Tokio que muchos atribuyeron a una lesión física que le obligó a retirarse. La realidad era otra. Después, la gimnasta estadounidense, quíntuple medallista en Río, explicó a través de varias frases demoledoras que sufría problemas de otra índole.


"Tras mi actuación, no quería seguir. Tengo que centrarme en mi salud mental. Creo que la salud mental está más presente en el deporte ahora mismo", sentenció Biles. Con valentía, se sinceró ante todo el mundo y sacó a la luz un tema tabú entre muchos deportistas que, como el resto de las personas, también sufren problemas psicológicos.


¿Cómo ha llegado Biles hasta ese punto? ¿Qué explicaciones psicológicas tiene que una gimnasta que lo ganó todo hace cinco años cuando era jovencísima se venga abajo en unos segundos? Los problemas de salud mental, como ella misma los ha definido, no son un problema aislado en el mundo del deporte. Existen, aunque no son muy visibles.


Beatriz Martín, psicóloga especialista en el deporte, analizó para la Agencia EFE la situación por la que puede atravesar en estos momentos Simone Biles y cómo ha podido llegar hasta un punto que nadie imaginaba. Hay muchos factores, pero también hay soluciones. Y, alguna, puede permitir a Biles competir de nuevo en Tokio.


Mucho que perder, poco que ganar

Al contrario que en Río de Janeiro, donde sorprendió al mundo con sus constantes exhibiciones, Simone Biles llegó a la cita de Tokio como una estrella reconocida de la que todo el mundo esperaba algo. Millones de ojos iban a apuntar hacia ella para analizar cada gesto, cada paso y cada instante de una mujer que pasó de hacer gimnasia para disfrutar a practicarla para no defraudar.


"Para mí, el diagnóstico es que tenía mucho que perder y poco que ganar porque lo ha conseguido prácticamente todo y la presión ha podido. Al final, todo el mundo está pendiente de ella. No es suficiente con hacer lo que hizo hace cinco años, tenía que sorprender al mundo otra vez. Eso es francamente complicado de gestionar. Lleva muchos años compitiendo a un nivel muy alto y esto tiene consecuencias más allá de su vida personal, que ha sido muy complicada", dice Martín.


Esos problemas personales a los que se refiere Martín son los abusos sexuales que sufrió en el pasado y que ella misma hizo públicos semanas antes del inicio de los Juegos Olímpicos.


"Se nos olvida lo que ha pasado ella en la vida. A los deportistas los vemos como deportistas, como cosas que llevan marcas, que son fuertes, que tienen éxito. Pero los deportistas tienen una vida detrás y en su caso fue dramática. Lo más reciente, pues todo el escándalo de la gimnasia con los abusos sexuales. Eso genera muchos traumas que no tienen que salir inmediatamente cuando ha sucedido", apunta Martín.


"Al final, en esta competición, qué tiene que ganar y qué tiene que perder? Lo que tiene que perder es muchísimo. Los deportistas exitosos al final tienen la creencia de que el amor que reciben de los demás está muy relacionado con sus éxitos profesionales. Cuando ya has conseguido todo en el deporte, cuando has hecho cosas que no ha hecho ninguna otra deportista, ¿Después de eso qué puedes hacer?", agrega.


La losa de las redes sociales

En su rueda de prensa posterior a su huida del tapiz, Biles dejó otra reflexión muy interesante relacionada con las redes sociales. "Ya no confío tanto en mí misma. Tal vez sea por hacerme mayor. Hubo un par de días en los que todo el mundo te tuiteaba y sentías el peso del mundo. No somos sólo atletas. Somos personas al fin y al cabo y a veces hay que dar un paso atrás", explicó.


Para Martín, las redes sociales provocan que sobre ciertas personas otros miles o millones centren su atención en ellas. Y, el resultado, no siempre es óptimo.


"Te levantas un día por la mañana y ves millones de mensajes ¿Cómo gestionar eso? Es una losa para competir en tu concentración. La mayoría de los deportistas exitosos, ante una situación así se crecen y sacan lo mejor de ellos mismos. Lo podemos ver en millones de situaciones. Muchos bajo presión funcionan muy bien y los comentarios les puede ayudar. Pero si ella está pasando un momento complejo, está presión se añade a la maleta que ya trae", apunta.


Muchos deportistas son superdotados en la gestión emocional, aunque eso no les excluye de sufrir los mismos problemas psicológicos del resto de las personas. Y, hay uno concreto, que se da a menudo en el mundo del deporte: la ansiedad social.


¿Qué pensarán de mí?

La tenista japonesa Naomi Osaka sufrió ese problema. Pacientes que no son deportistas no son capaces de darle a un botón del ascensor cuando hay gente dentro por el miedo a ser observados. Osaka sufrió ese problema de ansiedad social cuando decidió no atender a los medios de comunicación en Roland Garros tras los partidos por sufrir estrés y sentirse vulnerable. Al final, se retiró ante la presión que sufrió por esa decisión.


En Tokio, se encargó de encender el pebetero y todo el país puso sus ojos en ella como una futura medalla en tenis. El resultado, el fracaso. Cayó en octavos de final y volvió a sacar a la luz su problema: "He sentido que tenía todo el peso del mundo a mis espaldas", dijo.


Biles, recuerda la psicóloga Beatriz Martín, afirmó sentir algo parecido a la ansiedad social. "Este tipo de pensamientos los ha dicho ella en la rueda de prensa. 'Debo hacerlo bien por el qué dirán'. Esto tiene mucha relación con la ansiedad social y el miedo a ser observado", analiza.


Es difícil escuchar de boca de los deportistas en primera persona que sufren un problema de salud mental. Biles ha sido la última en exteriorizarlo, como hizo Osaka. También lo hicieron en su día la tenista Paula Badosa o el jugador de baloncesto Álex Abrines. Pero no son muchos más los que se atreven. La razón, afirma Martín, es el miedo a mostrar debilidad.


"Si se hace, el rival va a aprovechar la parte mental y psicológica de la persona que tiene enfrente. Hay mucho tabú. Si pensamos en la imagen del deportista, pensamos en alguien fuerte, valiente, en alguien que cuando ocurre un problema busca soluciones... esto hace que el deportista que se siente mal a nivel psicológico, sea difícil de compartir".


Un acto valiente

Por eso, la decisión de Biles de exteriorizar su problema, es, a ojos de Martín, un acto muy valiente que puede servirle para continuar en la competición. La gimnasta estadounidense visibilizó "algo silenciado" y que en España se ha vivido con deportistas muy importantes que llegaron incluso al suicidio por culpa de unos problemas mentales gravísimos.


"Creo que después de haberlo compartido, puede que a Biles le haya liberado y que le ayude a lo siguiente. Es una forma de quitarte presión y de decir que tiene ese problema y que ha llegado hasta donde ha llegado y que necesita sentirse bien respecto a su salud mental y disfrutar. A lo mejor se ha quitado un peso".


Si ahora vuelve a competir y Biles falla, ¿qué ocurrirá? "Ya está, si pasa, ya sabíamos lo que hay. Son estrellas en el mundo del deporte, muy pocas como ella, y son capaces de reponerse. Es como Maialen Chourraut, todo el año por detrás y queda segunda. Eso tienen un componente mental de su trabajo".


Recuperar a la niña gimnasta

Una vez expulsada la losa de la presión tras exponer su problema, los psicólogos del equipo de gimnasia de Estados Unidos tienen trabajo por delante para recuperar a su estrella. Beatriz Martín tiene claro qué tipo de trabajo desarrollaría con una mujer que pasó de sonreír antes de cada actuación, a competir en Tokio con un rostro inexpresivo muy diferente al que tiene acostumbrado a todo el mundo.


"Si la gente que tiene alrededor la conectan con la deportista niña, con la que se lo pasaba bien, con la que no buscaba una medalla y que disfrutar... si consiguen conectarla con eso, tiene unas condiciones técnicas espectaculares para hacerlo bien. El objetivo que tiene que buscar no es conseguir una medalla. Si fuera su psicóloga, me iría más a conectarla con disfrutar y reencontrarse con esa niña que fue gimnasta".


Biles tiene tiempo para volver a ser la chica de hace cinco años que afrontaba cada ejercicio de Río con una sonrisa de oreja a oreja. Irradiaba felicidad, todo lo contrario que en Tokio. La niña gimnasta que lleva dentro, aún puede salir para pelear por más medallas. Y, si no lo consigue, no ocurrirá nada. Su problema ya ha salido a la luz, no hay nada que esconder y sí mucho que entender. 

La batalla mental de Simon Biles: mucho que perder y poco que ganar

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