Hoy no hablaré del partido de ayer, más nada más que un pequeño dato. Nos hicieron 114 puntos.
Quisiera hoy escribir de un buen hombre y excelente entrenador que, en la previa del partido, por su expresión gestual y sus manifestaciones, se mostró triste y un poco descorazonado. Nadie podrá negarle su compromiso, profesionalidad y honradez como entrenador y mucho menos sus capacidades técnicas. Yo por lo menos, no se las negaré, porque considero que las tiene y no seré quien pida su cese.
Cierto es que es el responsable técnico y los resultados deportivos, hasta la fecha, no han acompañado. Pero que nadie se engañe. No es, ni el único, ni el máximo responsable. Todo se empieza a torcer allá por el 17 de diciembre, cuando Cibeira y su consejo deciden marcharse. Ahí, a Epi se le produjo un vacío. “A mamá se le marchó papá”. Y ahí Epi perdió esa mano que él tenía siempre tendida.
Epi ha tenido mucha parte de culpa del crecimiento del club, siendo no solo el entrenador. Ha sido consejero, animador y hasta comunicador. No hay nada más que rescatar que tuvo que ser él mismo el que comunicara el respaldo a su continuidad por parte del consejo actual.
Él fue partícipe importante del crecimiento del club. Pasando de 2.000 a 8.000 seguidores. En esos 8.000 están los 2.000 de siempre, la vuelta de muchos baloncestistas y muchos que se arrimaron con educación futbolera y cargados de orgullo coruñés, que solo lo defienden y se sienten felices ganando. Y, si se pierde, piden la cabeza del más débil, porque es solo uno, el entrenador. Como bien decía Héctor Vázquez (exjugador del Leyma): “A Coruña, la ciudad en la que, si no ganas, eres forastero”. Esto es una realidad.
Últimamente noto a Epi hacer muchas referencias al año pasado. Eso me hizo recordar una conferencia de Pilar Sordo (psicóloga chilena) en la que hablaba del cambio en los modos de vida y decía que hoy en día no se puede vivir de recuerdos, y sí de proyectos. Los recuerdos ya no están y en el deporte son cambiantes según los resultados. Por eso le decía a Epi que el pasado ya fue. A muchos nos alegraste el alma, hiciste posible un sueño que duraba 55 años y siempre te estaré agradecido. Pero ahora estamos en un nuevo proyecto que aún está vivo, en el cual necesitamos tu alegría, tu inspiración y que nos transmitas felicidad e ilusión.
Siempre es preciso saber cuándo se termina una etapa en la vida, y el ascenso ya fue. Si tú insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, perderás la alegría y el sentido del resto. Lo importante es cerrar etapas y dejar marchar momentos que se van cerrando. Puedes pasar mucho tiempo de tu presente actual revolcándote en los por qués, pero el desgaste será infinito, porque en la vida todos estamos obligados a cerrar etapas, seguir adelante con nuevos proyectos y no quedarnos en los recuerdos. No puedes estar en el presente arañando el pasado, ni preguntándote por qué ahora estamos así.
Lo que sucedió, ya fue. Ahora, debes tener fuerza e ilusión para este proyecto cortito que tenemos por delante. Hay que ser positivo y no preguntarse qué pasó y por qué no avanzas. Porque así no avanzarás. Los hechos pasan y hay que dejarlos ir. Por eso es tan importante destruir recuerdos. En cualquier orden de la vida, nadie juega con las cartas marcadas, hay que aprender a ganar y a perder. Es bueno recordar que el baloncesto es un juego y que, pase lo que pase en este corto e ilusionante proyecto que tienes por delante, tu predisposición debe estar al máximo y así te dejará un aprendizaje valiosísimo para proyectos futuros.
Recuerda, Epi, que el deporte de alta competición tiene muy poca memoria. No esperes que te reconozcan tus logros. Sí, te reprocharán lo no conseguido. Pero, por mi parte, siempre estaré agradecido a ese chaval de Burgos que llegó un día a A Coruña, nos invitó a soñar con él y fue capaz de hacer realidad un sueño. Gracias Epi.