El RCD de La Coruña lleva los últimos años en caída libre. De Primera a Segunda, de la promoción de ascenso al descenso a Segunda B y de esta categoría hacia no se sabe dónde.
Son años de igualarse siempre con los de abajo, de verse obligado a pelear por sobrevivir y, en definitiva, de abonarse al sufrimiento. Por el Club pasan muchos jugadores - mejores o peores- que la temporada siguiente hacen las maletas buscando equipos con mayores pretensiones. Apenas dejan huella en una afición que asiste atónita a la degradación del Depor.
El ejemplo más reciente lo vemos en la trayectoria del equipo en Segunda B. Se construye un equipo con uno de los presupuestos más altos de la categoría con la mirada puesta únicamente en el ascenso. Pronto el equipo se mimetiza con el resto de rivales –netamente inferiores en todo- como si se tratase de un camaleón obligado a pasar desapercibido fuera de su hábitat.
No sólo se pierde la posibilidad de entrar en el grupo de quienes aspiran a ascender sino que se cae a uno en donde se juegan la vida por mantenerse o bajar a Tercera, o cómo se llame eso la temporada que viene, que en valores absolutos equivale a la cuarta categoría nacional.
Y en esas estamos a falta de cuatro jornadas. El domingo visita Riazor el Numancia. De ganar los sorianos, los coruñeses perderían el primer puesto pudiendo caer al tercero –descenso directo- si vence el Racing al colista. Esta dramática situación se daría cuando apenas quedarían tres partidos, dos lejos de Riazor, para concluir el campeonato.
Sin duda el panorama es altamente preocupante para la supervivencia del RCD. El Club está sujeto por dos pilares. Una propiedad que ha manifestado su deseo de sanearlo, mejorar su situación deportiva y vender su participación (toda o parte) a un mejor postor.
La otra columna que sostiene el proyecto –y que siempre lo ha hecho- es la afición. Una afición que empieza a perder la paciencia porque es difícil digerir tantas desilusiones en tan poco tiempo. Una afición que lo ha apoyado incondicionalmente pero que comienza a dar muestras de fatiga cansada de mojarse año tras año.
En vísperas de la celebración de la Junta Extraordinaria de Accionistas, con los estadios vacíos por la pandemia, el descenso de ingresos por taquilla y televisión, una deuda que no cesa y una gestión deportiva desafortunada, habrá que estar atentos a las renovaciones de los abonos para la temporada 2021/2022 cuando apenas se conoce en la división que militarán los blanquiazules el próximo curso.
@pgarcia_ramos