La derrota sufrida el sábado en A Malata ha dolido mucho a un vestuario que observa cómo sus rivales en la lucha por el ascenso se alejan hasta el punto de que deben remontar una diferencia de cuatro puntos sobre la tercera plaza cuando solo restan por disputarse nueve.
El entrenador blanquiazul Rubén de la Barrera intentó por todos los medios que su plantilla recupere moral de cara a las tres jornadas de Liga restantes, no solo por apurar las escasas opciones de regresar al fútbol profesional sino también para evitar caer a zona de lucha por no militar el próximo curso en Tercera División.
Para reflotar a su grupo profesional, el preparador de Elviña y su ‘staff’ técnico mantuvieron una charla de una hora de duración con sus futbolistas, por lo que el entrenamiento de ayer comenzó a las 12.00 horas —cuando estaba inicialmente programado para las 11.00 horas—.
Números muy pobres
De la Barrera, que sustituyó en el banquillo a Fernando Vázquez en la jornada décima, no está obteniendo unos números aceptables.
A pesar de que se deja el alma en el día a día en pos de una mejoría que no acaba de cristalizar, el equipo ha encadenado una serie negativa de cinco tropiezos y solo una victoria en los seis duelos en los que ha estado al timón.
A partir de mañana martes el míster tendrá la responsabilidad de evitar el hundimiento definitivo del Depor, que en dos fines de semana —en horario por determinar todavía— recibirá a otro ‘gallito’ de la categoría como el Pontevedra.
Llegar a esta cita en las mejores condiciones físicas y psicológicas marcará las posibilidades de recortar puntos respecto al podio de candidatos al ascenso.
Con la única duda del lesionado Nicolás Fedor, ‘Miku’, que trabaja al margen y sin sancionados, el RC Deportivo tiene la obligación moral de competir de tú a tú y de lograr tres puntos de oro con los que poder pensar en acechar al Celta B, al que debe visitar en la penúltima jornada.