UN ANIMAL DE VESTUARIO, UN ANIMAL COMPETITIVO
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UN ANIMAL DE VESTUARIO, UN ANIMAL COMPETITIVO


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Pues resulta que lo dejas, que te vas. Parecía imposible y, cuando menos lo esperábamos, cuelgas las botas. Y sabes, me cuentan que he sido el afortunado que más veces te ha asignado el 2, casi unas 150 veces. No debí de dártelo cada domingo, tenía que habértelo cosido a la espalda para siempre. Me piden que diga algo sobre ti, pero he pensado que lo mejor es decírtelo a ti directamente, como sé que te gusta que te digan las cosas –concisas, sin adornos, sin floripondios, a una cuarta de la cara–.

En este fútbol lleno de recauchutados y prefabricados ya quedan pocos como tú, futbolista de vocación, de esos que llevan las entrañas al aire cuando se trata de competir y de esos que ponen el corazón en medio del vestuario para señalar el camino y no perder nunca de vista quienes somos. Te he visto reventado durante semanas enteras para llegar al domingo como un resucitado una y otra vez y cumplir con tu objetivo como si hubieses nacido esa misma mañana de partido. Te he visto colocar la cadera contra la esquina de un banco en pleno descanso. Te han visto jugar con la bota cortada en el talón para que no sufriera el tendón de Aquiles. Te he visto soportar molestias y dolores para llegar a la cita que más te gustaba, la que más te motivaba, la competición. Pero también te he visto llegar muchas veces al vestuario con cara de pocos amigos, colgar tu gorra en la percha y abrasar y vacilar la primera mirada  como si ya no hubiera mañana. Empezar por una y repartir ‘estaca’ para 25 tipos en menos de diez minutos, sin pestañear, sin dudar... Nombres, motes, parecidos razonables, historias varias... Levantar en armas y en risas a un vestuario completo. Viejo, te dicen tus compañeros. Te vamos a echar de menos todos, a ti y a esos taconcitos en los rondos como si fueses a encender una moto, a ese sonido de gato enfurecido que tan bien imitabas, ese bocadillo de queso antes del partido, esos paseos fuera del vestuario en los descansos de los partidos, ese helado de cinco pavos que te hice tirar en Tenerife...

Eres, sin duda, el futbolista que mejor compite de todos los que he conocido y también eres, sin duda, el personaje de vestuario más peculiar que me he encontrado. Eres carne de fútbol. ¡Qué cojones, eres fútbol con mayúsculas!

Hoy, el fútbol, el club de tu vida, tus compañeros y todos los que te disfrutamos y, a la vez, sufrimos, estamos un poquito más solos, pero también sabemos que dejas un legado imborrable de gran futbolista y, sobre todo, de gran persona, Serás siempre un mítico, mientras que a los demás nos quedará, como me dijiste muchas veces, seguir vendiendo humo. Eres, sin duda, el futbolista que mejor compite de todos los que he conocido y también eres, sin duda, el personaje de vestuario más peculiar que me he encontrado. Eres carne de fútbol. ¡Qué cojones, eres fútbol con mayúsculas!

UN ANIMAL DE VESTUARIO, UN ANIMAL COMPETITIVO

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