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Seman de acontecimientos vertiginosos que inaugura un nuevo ciclo en el RCD. En esencia la historia reciente del Depor se puede dividir en tres períodos. El primero está vinculado a la figura de Augusto César Lendoiro y supone la época dorada en términos deportivos. Consigue el ansiado ascenso a Primera y tiene la habilidad de conformar plantillas inolvidables que en poco tiempo consiguen los principales títulos que tiene en sus vitrinas el Depor. Las deudas acumuladas en esta etapa abocan al Club a solicitar el concurso de acreedores y suponen la dimisión de Augusto.

Esta circunstancia da paso a un segundo período por el que desfilan los últimos tres presidentes de la entidad herculina. El primero, Tino Fernández, tuvo que lidiar con un leonino concurso de acreedores que asfixiaba la gestión económica y deportiva del Club. Logró encauzar las cuentas y permutar la deuda privilegiada por deuda ordinaria gracias a un crédito de Abanca, circunstancia que permitió cierto margen de maniobra en la gestión. El descenso y el hartazgo de un Consejo muy criticado en la grada dieron paso a Paco Zas. En apenas un año, el nuevo presidente rozó el ascenso pero la temporada siguiente dimitió con el equipo desahuciado en la última posición de la categoría de plata. Siempre se le consideró como un presidente continuista con la línea marcada por Tino y, al igual que éste, se marcha con grandes dosis de agotamiento.

Este segundo período lo cierra Fernando Vidal que presentó su candidatura ante la delicadísima situación económica del Club y la amenaza que suponía para la supervivencia del Depor el descenso a 2ª B. Llegó con un acuerdo con Abanca que garantizaba la continuidad del equipo incluso perdiendo la categoría. A cambio el banco capitalizaba parte de su deuda y pasaba a ser el máximo accionista del RCD. El último capítulo es que “la nueva propiedad” pierde la confianza en Vidal y nombra un nuevo equipo de gestión para gobernar el maltrecho Deportivo.

Y aquí acaba la historia de tres presidentes que tuvieron la valentía de dar un paso adelante para dirigir el Club en una época muy convulsa –al igual que Lendoiro- pero que la deuda, las urgencias deportivas unido a las impacientes demandas de la afición terminaron por devorar.

Comienza una nueva era dirigida por “la propiedad”, es decir por Abanca, que ve peligrar sus legítimos intereses económicos. Desembarca con un equipo de gestores –de tecnócratas como llaman algunos aficionados- designados por Escotet, dueño del banco y a la sazón del RCD.

La idea que transmiten estos cambios es sanear el RCD, profesionalizar su gestión y, se supone, reubicarlo deportivamente en una categoría que le permite recuperar parte de su inversión.

Sabemos los nombres de los encargados de esta tarea. También que cuentan con el apoyo decidido del banco. Falta por conocer cuáles son sus planes y, como apuntaba Vidal, si van a capitalizar el resto de la deuda.

En la próxima Asamblea de Accionistas, sino antes, saldremos de dudas. En cualquier caso, la principal certeza es que se trata del cambio más radical en el gobierno del Club que ha tenido en su historia reciente. Por primera vez el Consejo no saldrá elegido por y de entre la masa social sino que lo nombra el máximo accionista. Suerte, acierto y paciencia


@pgarcia_ramos

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