A Miguel Lorenzo no le gustan las entrevistas por teléfono. Así que atiende la llamada del periódico, saca tiempo de donde no lo tiene, y en quince minutos se planta en la Redacción dispuesto a la conversación.
Durante la campaña a la alcaldía de A Coruña reveló que practicaba boxeo...
Ya no. Lo hacía en Madrid porque me anoté allí mientras era senador. Pero tengo ganas de volver a practicarlo. El boxeo me daba mucha satisfacción porque liberaba mucha energía negativa, me quedaba muy bien el cuerpo.
¿Y ha dejado de moverse?
Para nada. Mi relación con el deporte es intensa, me cambia el día hacer deporte o no. Normalmente voy a las siete de la mañana a la Casa del Agua, antes salía a correr, pero ahora las rodillas no me lo permiten. Hago una horita de deporte y noto mucho el día que no lo hago. El deporte mejora la capacidad mental, me da mucha vitalidad… El día que no lo hago me siento mal.
¿Durante la campaña también lo hacía?
Mi equipo me lo prohibió porque llegaba muy cansado a algunos sitios (risas). Hasta un poco antes hice también mucha bicicleta. El ciclismo para mi es lo mejor. Me gusta todo el deporte en el que te da el aire en la cara. Es precioso, lo que pasa es que tuve una caída en bicicleta y le cogí miedo, porque en el ciclismo el chasis es uno mismo.
¿Solo le interesa el deporte individual?
Era muy malo para los demás. Cuando jugaba al fútbol de niño, hacíamos aquello de “oro, plata, oro, plata...” y a mi siempre me escogían el último, y eso deja trauma (risas). En lo que era muy bueno fue en natación, pero tampoco había muchas piscinas. En el deporte colectivo no destaqué nunca. Recuerdo un día que marqué un gol y sentí la ovación y el cariño de cuando metes uno. Solo metí uno en mi vida pero me queda para siempre, jajajaja.
Entonces no es nada futbolero.
No lo soy. Ahora estoy cogiendo más gusto a ir al campo.
¿Y qué le llama la atención del fútbol a alguien que no es futbolero?
Me conmueve la afición. El deportivismo es un sentimiento, es una religión. A mí ver a todo el mundo volcado, emocionado, entregado al equipo… me da una sensación de gran ciudad, de estar todos unidos en un objetivo común, independientemente de las ideologías.
¿Es una comunión social?
Más que social es emocional. Hay una vibración muy especial en el campo. Es algo que tiene A Coruña, que nos unimos mucho en los temas de ciudad. El Deportivo está por encima de cualquier ideología, es algo tan nuestro y que vivimos con tanta pasión... Es algo que no se puede explicar con palabras. Yo he llorado y eso dice mucho por lo que dice esa emoción.
Llevó el caso Fuenlabrada al Senado. ¿Qué conclusión sacó de todo aquello?
Que se tocaba algo que hacía daño. Creo que fue un tema que nunca fue aclarado lo suficientemente. Me di cuenta de que estaba pasando algo que no llegaba a percibir y que nunca se aclaró. Me moví por los intereses de la ciudad. No es que me mojara, pero mi obligación como senador coruñés era defender los intereses del Deportivo. Ahí me di cuenta de lo que es un Gobierno que da evasivas.
Habla de unidad en torno al Deportivo. ¿Percibe esa unidad por el Mundial de 2030?
El hecho de que A Coruña haya sido elegida sede ya dice mucho de la ciudad. Quiere decir que tenemos los mimbres necesarios para hacerlo. Y de Galicia somos la única... y no voy a compararme con nadie. Creo que estas cosas se van metiendo en la gente. Sentimos el orgullo coruñés. Nos entregamos. Mi apoyo es incondicional, pero estamos ante un proyecto que es a plazo fijo y no se puede fallar ante algo que es una oportunidad que tenemos que aprovechar. Puede significar una transformación para la ciudad porque no solo hablamos del estadio de Riazor, sino del entorno, de accesos, infraestructuras de todo tipo... Esto conlleva una serie de inversiones que, si se hacen bien, significan una transformación de la ciudad. Y ahí espero que se tengan en cuenta todas las instalaciones deportivas del deporte base y que se haga un proyecto para mejorar ese tejido. Conjunto o paralelo. Ser sede no es solamente tener un estadio; ser sede significa que esta ciudad apuesta por el deporte. Y muchos niños y mayores practican deporte en unas instalaciones que no son adecuadas.
Y unas cuantas no abrieron estos últimos fines de semana por una huelga de conserjes... ¿Qué le parece el manejo de esa situación?
Los conserjes tienen un convenio colectivo, se le han hecho unas promesas que no se están cumpliendo. Lo que no se puede hacer es tener un compromiso y luego no cumplirlo, sobre todo en temas salariales. Por eso sus reivindicaciones son legítimas. El Ayuntamiento se comprometió a unas mejoras laborales y ahora tiene esa responsabilidad. Como Administración que cede esa competencia, tiene que tener el control.
La alcaldesa se reúne este lunes con los afectados.
Ya llega tarde. En esta ciudad el problema que hay es la falta de diálogo. Inés Rey no escucha, solo lo hace cuando la gente se manifiesta. ¿Por qué no les escucha usted antes, les recibe, y evita todo esto? Llega tarde siempre a escuchar y en la política municipal es fundamental que haya un diálogo y escuchar. Maneja muy bien la imagen y el anuncio. Es la alcaldesa del “voy a”, siempre está “voy a hacer, voy a hacer”. Menos decir y más hacer. El márketing del anuncio lo maneja extraordinariamente bien. Pero en la política municipal lo importante son los hechos. Y hechos pocos.