MEMORIA BLANQUIAZUL | La desternillante lección de Arsenio para explicarle a Julio Salinas lo “bonito” que es ganar en Oviedo
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MEMORIA BLANQUIAZUL | La desternillante lección de Arsenio para explicarle a Julio Salinas lo “bonito” que es ganar en Oviedo

El veterano entrenador y el criticado delantero protagonizaron una curiosa conversación ante una ensalada tras una derrota en el Tartiere
MEMORIA BLANQUIAZUL | La desternillante lección de Arsenio para explicarle a Julio Salinas lo “bonito” que es ganar en Oviedo
Arsenio Iglesias, en 1994 | AEC

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Ganar en Oviedo siempre sabe de maravilla. Lo tenía claro el maestro Arsenio Iglesias, que tenía ese punto preciso entre cáustico e irónico para manejar situaciones como la que ocurrió en la noche del 19 de noviembre de 1994. Hace ya más de treinta años.

 

El Deportivo regresaba de jugar un partido en el viejo Carlos Tartiere y había hecho su entonces habitual parada en Casa Consuelo, en Otur, para tomar una liviana cena y continuar camino de A Coruña. La cosa no había ido bien para un equipo que se mantenía imbatido en las diez primeras jornadas. La primera derrota del campeonato (2-0) llegó justo ese día ante un Oviedo inolvidable que se adelantó con gol de Cristóbal Parralo en el minuto 3. Luego sentenció casi sobre la hora otro zaguero, Rivas.

 

El partido no se preparó de la mejor de las maneras. Había sido una semana de partidos de selecciones (Donato debutó con España con gol ante Dinamarca) y era la víspera de un duelo europeo contra el Borussia Dortmund. Mauro estaba lesionado y fue baja todo el año, Bebeto acababa de regresar de jugar con Brasil y ya en Asturias explicó que tenía molestias. Se quedó en la grada. Kostadinov, su recambio, viajó directo desde la concentración de la selección búlgara hasta Oviedo. “No fue una victoria injusta”, resolvió el entrenador de Arteixo tras el partido. 

 

Pero Arsenio tenía un cabreo monumental. Su hijo, Pablo, explica en una memorable recopilación de anécdotas de su padre recogidas por la revista Panenka, como desparramó ese enfado en aquella cena en Otur: “La cena fue muy frugal. Unos toros de merluza y una ensalada básica, con lechuga, tomate y cebolla. Julio Salinas pidió “un poco de bonito” para darle gracia, pero el camarero le contestó que era así por orden de mi padre. Así que fue a decirle lo del bonito. “Bonito, bonito… Lo bonito era ganar en Oviedo, Julio…”, le contestó.

 

Aquella semana Salinas también se había alineado con la selección, lo hizo además entre un mar de críticas al técnico Javier Clemente. Aün resonaban los ecos de su error en los cuartos de final del Mundial contra Italia, un mano a mano con Pagliuca que resolvió tirando al muñeco. “Sé de lo que es capaz Julio”, explicó el de Barakaldo antes del partido contra Dinamarca. Salinas jugó 74 minutos en el Tartiere y apenas estuvo aquel año en el Dépor, con buenos registros goleadores: 12 dianas en 24 partidos, apenas ocho de ellos completos. Y si Arsenio estaba delante cenaba ensalada sin bonito.

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