El objetivo del oro, la fiebre que mantiene atrapado desde hace tiempo a Novak Djokovic, está más cerca. Nunca lo ha estado tanto del serbio, ganador de todo lo que ha disputado excepto del torneo olímpico que en París afronta por quinta vez. El ganador de veinticuatro Grand Slam solo tiene un último obstáculo delante: el español Carlos Alcaraz con el que disputará la final el domingo.
Por primera vez en su carrera Nole participará en una final de unos Juegos. A sus 37 años y 74 días será el finalista más veterano de la historia. Ya era el semifinalista de más edad, con 34 y 71, cuando se midió en Tokio 2020 a Alexander Zverev, con el que perdió. Ahora, después de cuatro oportunidades marradas pretende saldar esa deuda. Y ante Alcaraz, el hombre que en los últimos tiempos le ha apartado de otras grandes metas.
Es Musetti un jugador que se le atraganta durante los encuentros al serbio. Sin embargo, el transalpino, un alumno aventajado de la flamante camada italiana que domina el circuito, no termina de rematar las faenas con Djokovic. Le ha llevado al límite, en ocasiones con clara ventaja. Pero no ha sido capaz de paliar la reacción del jugador de Belgrado. Dos de las seis victorias, en siete cara a cara, ha logrado Nole han sido en este escenario, en Roland Garros. Ambas fueron a cinco mangas. Incluida la de este 2024. Solo en una ocasión salió victorioso Musetti. También en arcilla, en Montecarlo el pasado año.
No resguardaron energías. Tampoco el serbio que el día anterior, ante el griego Stefanos Tsitsipas, en el duelo más complicado con el que se ha encontrado, tuvo que recurrir dos veces al fisio de pista para paliar el dolor en la rodilla derecha, de la que se operó en junio pasado. Una lesión en el menisco que le retiró de Rolad Garros antes de jugar contra el noruego Casper Ruud.
Levantó un partido complicado con el heleno. Se le enredó en el segundo set. Pero lo ganó al final en dos mangas. Dijo después que estaba preocupado, intranquilo ante la situación y con dudas sobre su rendimiento. Pero no hubo secuela alguna y compitió a gran nivel, con un alto ritmo frente un adversario plagado de cualidades que respondió a cada envite del primer favorito mientras la inspiración y el físico le aguantó. Ha sido así casi siempre en los partidos entre ambos. Djokovic lleva al rival al límite hasta que empieza a flaquear. Ahí aprovecha.
El pulso duró una en total una hora y cincuenta minutos. Pero el transalpino tuvo que bajar su mirada en el décimo juego, el clave del primer parcial, cuando rompió Djokovic para cerrar el set. No perdonó. En la primera que tuvo la aprovechó. Musetti alargó su espíritu atrevido durante el segundo. De hecho, rompió el servicio del serbio en el tercer parcial y se puso con 2-1 y el saque de su lado. Fue un espejismo porque Djokovic no hizo ninguna concesión. Con la lección aprendida del partido contra Tsitsipas no dejó que Musetti alargara su renta e igualó.
Despareció de un plumazo el representante de Italia que dejó de lado la osadía y el desparpajo del principio y se marchó del partido. El serbio ganó cinco juegos seguidos y sin mayores contratiempos selló su triunfo. Uno más, el decimoctavo en unos Juegos, más que nadie, para citarse en la final con Carlos Alcaraz, el hombre que hasta ahora le ha arrebatado su sitio.
Será el del domingo el cara a cara entre los dos favoritos de la competición. El ganador de Roland Garros y Wimbledon y el gran aspirante al oro en unos Juegos. El poseedor de veinticuatro Grand Slam que se dejó caer a la arcilla de la Phillipe Chatrier en cuando amarró otro partido ganado.