“No salí de Afganistán porque tenga miedo de los talibanes o porque no pueda vivir en Afganistán. Me fui porque quiero hacer lo que pueda por las niñas de Afganistán, por mi vida, mi futuro, por todos”, expresaba Manizha Talash, la b-girl afgana residente en España e integrante del equipo olímpico de refugiados, antes de que fuese descalificada de la competición de breaking debido a un mensaje político en su vestimenta.
La bailarina de break dance, disciplina que debutaba como olímpica en estos Juegos de París, desplegaba en medio de su tercera ronda una capa azul, por encima de la sudadera negra que lucía, con el mensaje ‘Mujeres Afganas Libres’. Un gesto que levantaba los aplausos del público y de su oponente, la neerlandesa India Sardjoe.
Talash, que ya había perdido la batalla previa a la clasificación por 3-0 ante India, era posteriormente también descalificada por la Federación Mundial de DanceSport, al “mostrar un eslogan político en el atuendo”. Algo contemplado en la regla 50 del Comité Olímpico Internacional, que prohíbe a los deportistas la exhibición de mensajes políticos durante las pruebas, en la Villa Olímpica, en las ceremonias de entrega de medallas o en cualquier otra ceremonia.
Pero, ¿qué hay detrás de este gesto, que se ha hecho viral? Una joven de 21 años que tuvo que huir de Afganistán en 2021, después de que los talibanes regresasen al poder. Porque ser mujer en Afganistán es desde el retorno de su dictadura del terror un ejercicio diario de supervivencia y una condena al más absoluto ostracismo y sumisión. “Las chicas afganas no pueden hacer nada, no pueden estudiar, no pueden salir de casa sin un hombre, no pueden trabajar. Por eso yo quiero hacer algo por ellas”, reivindicaba Talash en una entrevista a ACNUR. Y lo ha hecho, participando en los Juegos de París.
Además, junto a su contrincante India, en la batalla preclasificatoria, se ha erigido como la primera deportista que compite en la modalidad de breaking en una cita olímpica. Un hecho histórico. Talash había conocido el break dance por medio de Facebook, cuando un joven afgano, Jawad, compartía un vídeo haciendo un ejercicio y se aficionaba a esta disciplina. Este pasó a ser su profesor y posteriormente compañero. Talash era la única integrante mujer de un club de baile formado por 55 chicos, que se hacían llamar la Superiors Crew.
Con el ascenso al poder de los talibanes, que pusieron tres bombas muy cerca de su club. Todos ellos huyeron, haciendo escala en Pakistán. Con su vida en peligro Manizha, junto a su hermano menor, que tenía entonces 12 años, también emigraba. Después de más de un año residiendo en Islamab Talash, junto a su hermano, su madre y muchos de sus compañeros en la Superior Crew, llegaban a España como refugiados.
Talash viajaba desde Huesca, donde era peluquera, a Madrid, gracias a una beca de solidaridad olímpica y se mudaba a la capital para preparar los Juegos. Y el resto, independientemente de su resultado deportivo, ya es historia. Talash no es su apellido real, ya que por seguridad se lo ha tenido que cambiar, pero su mensaje quedará para la posteridad.
“Estar en París para mí es ganar. Aunque me gustaría ir con el equipo de Afganistán con otras chicas, ahora es imposible. Ojalá que podamos en el futuro ir juntos”, expresaba a ACNUR. Su participación en los Juegos es un acto de rebeldía contra un régimen talibán que impide la participación de las mujeres afganas en cualquier actividad deportiva y un potente mensaje contra un sistema terrible de discriminación y opresión por sexo y género.