Nadal sigue vivo. Sólo 24 horas después de su emotiva despedida en la Philippe Chatrier salta a la Suzanne Lenglen. Eliminado en individuales, abraza el dobles con Alcaraz, su última bala en París. El rey de la tierra calienta con rictus serio, todo concentración. El príncipe sonríe, alivia la tensión. Sólo han jugado un partido juntos. Lo que les falta de complicidad les sobra de carácter. La clase de los campeones sale a relucir en el súper tie-break. Acaban con los neerlandeses Griekspoor y Koolhof por 6-4, 6-7 (2) y 10-2 y ya están en cuartos de final. El dúo Nadalcaraz se permite soñar con la medalla olímpica.
Un día después de la anticlimática “paliza” (en palabras del propio Rafa) ante Djokovic, se levanta, como si nada, y vuelve a la pista, bajo una ola de calor que activa el protocolo de seguridad por altas temperaturas. En el dobles camufla su falta de ritmo y el paso del tiempo. En la red tira de veteranía y talento, domina la volea y el smash como un especialista. Al saque juega con varios registros, al despiste, y no da ni una opción. Y cuando no llega se apoya en el ímpetu y la chispa de Carlitos.
El murciano, novato en los Juegos e inexperto en el dobles –sólo ha disputado cinco torneos por parejas en su carrera–, aprende rápido. Escucha al maestro y habla cuando le toca. En Roland Garros siente la bola y le pega más fuerte que nadie. Va sobrado de confianza tras el doblete en París y Londres. Y se nota especialmente en el desempate final, como la experiencia de Nadal. Nadie se mueve como ellos en los momentos de alta tensión.
Países Bajos se anota el primer servicio y España el segundo. Sufre Griekspoor, que un día antes ya sucumbió ante Alcaraz, pero levanta dos puntos de rotura. Es el turno de la leyenda: “Rafa, Rafa”, corea el público antes de cada saque. Es el español más querido en París, un amor incondicional. El peso de sus 14 Roland Garros se hace notar. Y la presión ambiental crece sobre la pareja rival.
A la tercera no va la vencida, sí a la cuarta, otra vez con el joven e inexperto Griekspoor al saque, la víctima. Asoma la poderosa derecha de Alcaraz para romper al fin su servicio y tomar la delantera. 4-3. Responden los oranje y se dan una oportunidad, su primera bola de rotura. Saca el puño Rafa con una espectacular volea de revés. Solventa el dúo español la papeleta y dos juegos después ciera el primer set con un servicio impecable del murciano. 6-4.
En la segunda manga, los problemas son para Koolhof, que vuelve a sacar un servicio cuesta arriba tras un smash a placer y un ovacionado resto de Rafa. El sufrimiento cambia de lado y Alcaraz titubea. Se agiganta la pareja naranja, agresiva desde el fondo, un muro en la red. Cuenta con dos bolas de break, pero Carlitos sale del apuro con dos buenos saques y Nadal remata con una volea.
El dúo español merodea otra vez la rotura ante Griekspoor, que tiembla como un flan tras dos dobles faltas, pero se planta con cuatro buenos saques. Aguantan los tulipanes hasta el desempate y, sorprendentemente, sacan su mejor tenis forzando los errores de Nadalcaraz y llevando el partido al temido súper tie-break.
El rey y el príncipe de la tierra sacan el colmillo de los campeones. Desde el otro lado parecen dos figuras legendarias. Griekspoor y Koolhof se hacen pequeños, pierden un saque, dos, tres.. Una brutal derecha de Rafa al pasillo –no sabe ni cómo entró– remacha el 5-1. Cambio de pista. Aún falta un poco. Sólo conceden un punto más los españoles y cierran la victoria con 10-2.
Esperan los estadounidenses Krajicek y Ram, cuartos cabezas de serie. Sólo una victoria les separa de las eliminatorias por las medallas. Será el miércoles no antes de las 19 horas. Con la comida, a eso de las 14 horas, Carlitos disputará los octavos de final individuales frente al ruso Roman Safiullin. Y en la merienda se abrazará con Rafa una vez más para alargar la retirada de la leyenda.