Uno de esos récords que parecía tallado en el mármol cayó por la voluntad del británico Mark Cavendish, para muchos el mejor 'sprinter' de todos los tiempos, para todos el hombre que más triunfos acumula en el Tour de Francia.
A sus 39 años, el ciclista de la Isla de Man recibió el homenaje de todo el pelotón, el premio a la constancia para un ciclista que no siempre ha sido querido por una familia de la bicicleta que le reprochó a menudo su exceso de celo en la victoria.
El británico logró en la meta de Saint-Vulbas su victoria número 35 en una carrera que le ha consagrado en lo más alto de la leyenda. Lo hizo con 39 años, cuando ya nadie pensaba que podía superar el récord que desde 2021 compartía con el belga Eddy Merckx.
Cuarenta y nueve años después del último triunfo de "el caníbal" en la ronda gala, el ciclista de la Isla de Man logró al fin destronarle, un objetivo que lleva dos años persiguiendo y que consiguió en el momento más inesperado.
Entre 2008, cuando abrió el contador en Chateauroux, y la victoria de Saint-Vulbas, Cavendish ha marcado la historia de una carrera que no duda en considerar "el evento deportivo más importante del mundo".
Gran dominador al final de la primera década del siglo y del principio de la segunda, Cavendish ha sido la referencia de los 'sprint' desde su eclosión en el pelotón. Con una especial atención al Tour de Francia, una carrera en la que ha sabido brillar con luz propia.
"Le tengo mucho respeto al Tour", aseguró el británico tras la meta de Saint-Vulvas, con los ojos llorosos y una emoción visible que compartió con su familia, que había llegado la víspera para acompañarle.
El corredor había superado con el gancho las tres primeras etapas en las que bordeó el fuera de control, que superó con muchas dificultades, vomitando y dejando una mala imagen, que había hecho olvidar que planeaba su posible récord.
"Llevo quince años en el Tour, sé lo que hay que hacer, sé que no sirve de nada acariciar tu ego en el pelotón, que hay que ir pasando los días y estar a tope en el momento justo", dijo el corredor.
Una filosofía que aplicó al pie de la letra en la etapa hasta conseguir el objetivo para el que se había preparado durante tanto tiempo.
"Era un reto y tengo que agradecer a todos los que han confiado en mi durante todo este tiempo. Al Astana, a Vinokurov, que me dio toda su confianza", señaló.
Cuatro victorias en 2008, seis en el año siguiente, el más completo de su carrera, cinco en los dos siguientes, con su primer maillot verde de la regularidad en 2011, otras tres en 2012 y dos en 2013.
Su palmarés se fue llenando de nombres de pueblos y ciudades de toda la geografía francesa, convertido en el máximo dominador de las llegadas explosivas. El más admirado, pero también el más temido. Y, para muchos, el más odiado.
La eclosión de llegadores más jóvenes y potentes, como el alemán Marcel Kittel detuvo un poco su ímpetu, y las victorias se hicieron menos habituales en los siguientes años, en los que emparejó la gloria y las caídas.
Pero Cavendish, que siempre gozó de un equipo a su disposición para preparar el 'sprint' y de un lanzador de la talla del danés Michael Morkov, regresó con fuerza en 2016, apuntándose cuatro etapas, entre ellas la primera en las playas del desembarco de Normandía, lo que le valió vestir un día el maillot amarillo de líder.
En 2021, cuando ya nadie le esperaba en los primeros puestos de los 'sprint', regresó con 37 años para volver a ser la referencia, una suma de potencia y experiencia que le permitió imponerse en cuatro jornadas y lograr su segundo maillot verde de la regularidad.
En Nimes consiguió su victoria número 34, las mimas que el legendario Merckx, lo que abrió la puerta a convertirse en el corredor con más triunfos. Ese año se le escapó y al años siguiente su equipo no le seleccionó para el Tour.
Fichó por el Astana para volver a la ronda gala y lograr al fin su récord. Lo rozó en Burdeos, cuando lanzó de lejos su 'sprint' para sorprender a los más jóvenes, pero quedó segundo tras la potencia de Jasper Philipsen, que mantuvo a buen recaudo el récord de su mítico compatriota.
Al día siguiente, camino de Limoges, sufrió una dura caída y con lágrimas en los ojos abandonó el Tour convencido de que sería para siempre.
Pero el Astana le ofreció un año más, de nuevo con la vista puesta en el récord de Merckx y tras un titubeo inicial aceptó el reto.
La temporada no auguraba grandes cosas. Una victoria en Hungría, otra en Colombia y sin noticias de su punta de velocidad en las citas con los más grandes.
Al Tour acudió sin figurar entre los favoritos y en los primeros días ni siquiera estuvo en el grupo de cabeza. Superó con dificultades las cotas amenazado con entrar fuera de control por segunda vez en su carrera.
Pero se aferró al Tour y en el segundo 'sprint', limpio, tiró de sus galones, de su experiencia para abrirse camino entre los grandes bólidos y lograr una de las victorias más contundentes de su carrera.
Tanta fue su potencia, que la cadena de su bicicleta se salió en el tramo final pero no evitó que el impulso que llevaba le propulsara hacia la victoria, que era sinónimo de gloria.
Cavendish se convirtió en el segundo corredor más veterano en ganar en el Tour, solo superado por el italiano Pino Cerami que tenía 41 cuando ganó en 1963.
El ciclista de Man ha ganado el 62 % de los 'sprint' que ha disputado en el Tour, un récord en el siglo XXI. Ha acabado en 44 ocasiones entre los tres primeros en la ronda gala y totaliza 55 etapas en las tres grandes vueltas, solo por detrás de Merckx (63) y del italiano Mario Cipollini (57).
"No sé cómo mirar todos estos números. Muchos ciclistas ya salvan su carrera con una victoria en el Tour. Yo tengo tantas que no puedo más que estar orgullos y feliz", señaló.