La Vuelta Ciclista a España regresa mañana a Galicia después de ausentarse de nuestras carreteras en las dos últimas ediciones. Una noticia que deja un gran beneficio para todos. En primer lugar, para Galicia en general y para las localidades de salida, paso y llegada en particular, y por ende, para sus vecinos, porque el impacto global de ser parte de la carrera tiene un valor casi incalculable. En segundo lugar, para los ciclistas. Los protagonistas del espectáculo han sufrido temperaturas extremas en la primera semana de carrera por el sur de Portugal, Extremadura y Andalucía, casi siempre rondando los 40 grados. Estos días podrán respirar por debajo de los 30 grados. Y en tercer lugar, para los espectadores, que seguramente puedan gozar de un mayor espectáculo que el vivido hasta este momento.
Una de las grandes preocupaciones en la preparación deportiva de alto rendimiento hoy en día estriba en la temperatura corporal. Se ha demostrado que el aumento de la misma disminuye notablemente el rendimiento físico, lo que ha llevado al pelotón a acumular retrasos de entre media y una hora con respecto a los horarios previstos en la mayoría de las primeras etapas por el sur de la península.
En Galicia, sin ese problema, cabe esperar una importante mejoría en el nivel de una carrera que, durante muchas jornadas, se limitó a un pelotón de equipos millonarios jugando con un par de fugados de los conjuntos más pobres del pelotón, Euskaltel-Euskadi y Kern Pharma. Una imagen paupérrima, que deteriora la figura de una profesión, la de ciclista, ya demacrada por culpa de las prácticas ilegales.