“Mi madre ya me decía siempre, que no era necesario que me hiciera portero”, bromea Martín Rodríguez. Porque en todos los deportes son como una especie aparte, pero sobre todo en el hockey sobre patines. Por sus protecciones, vestidos casi como astronautas. Por su posición, en cuclillas y de rodillas bajo la portería. Por su idiosincrasia. “Es una posición individual dentro de un deporte de equipo”, apunta Martí Serra. Los dos del Liceo demuestran su buena sintonía en una reflexión sobre lo que cuesta ser portero, en sentido figurado y literal. “Pero esto es para animar a que los niños sean porteros ¡eh!”, puntualiza el coruñés, que se encarga de supervisar a los de la cantera verdiblanca. Saben que a veces los padres son la primera barrera. La segunda, el dinero. Cada uno lleva encima unos 2.500 euros. La tercera, los 16 kilos a mayores de su peso. Y la cuarta, la responsabilidad. Sin lugar a dudas, están hechos de otra pasta.
Rodríguez y Serra van vistiéndose mientras comentan lo que cuesta lo que se ponen. “No salimos baratos”, advierte Martín. “Unos ahorrillos”, apunta Serra. Empiezan con el pantalón interior, con almohadillado en zonas sensibles, 70 euros. Siguen con los patines, unos 220. Y con las rodilleras, 100. “Ahora mismo ya vamos casi por 400, y aún no nos hemos puesto lo más caro”. Es lo que viene a continuación, las guardas. Este año visten Reno y el modelo roza los 500 (490). En este punto se tienen que parar un poco más porque ajustar las protecciones lleva su tiempo. Las de Martín son de clip, pero las de Martí, de correas. Le lleva más. “Y yo le doy un poco de ventaja, compañerismo ante todo”, se ríe el primero.
Terminada la parte de abajo, empiezan por la de arriba con la pechera, 180 euros, que les protege el torso y los hombros, con el refuerzo de la cuellera (70) para que no quede nada al descubierto. Quedan las guantillas, lo más barato, de 25 euros, que van por debajo de las manoplas o guantes, otra gran inversión de 450. Por encima de todo se ponen la equipación del equipo, unos 85 euros. Y ya lo último, las coderas (90), el stick (80) y lo más importante, el casco. El de Martí es de 700 euros. El de Martín, más barato. “Y bonito”, replica. En total, 2.550 euros.
“Es un derroche”, reconocen. Por eso en categorías inferiores los porteros son tan cotizados y valorados. “En Vic nadie quería ser portero”, recuerda Serra, “hasta que los padres empezaron a hacer bote para comprar el material y entonces ya todo el mundo quería ser portero”. Algunos clubes financian las protecciones de los guardametas, sobre todo en categorías inferiores, porque ninguna familia puede hacer una inversión de este calado para que después haya un abandono prematuro. “Yo en el Liceo tenía suerte porque siempre había material por allí que iba aprovechando. Entonces hasta que no me entró el capricho de quererme comprar material propio, que fue en categoría infantil, nunca había pagado nada. Y lo primero que compré fueron 700 euros. Bueno, que compré... Lo compraron mis padres claro”, se ríe.
Pese al gasto y lo complicado de la posición, es un hecho que a todos los niños les llama la atención y quieren vestirse con toda la equipación. “Pero cuando les pones todo y los metes ahí debajo, hay muchos que sienten mucha claustrofobia, hasta miedo, y se echan a llorar y quieren que les quiten cuando ya estaban todos equipados, con lo que cuesta”, comenta Serra. “Porque hablamos del precio de las cosas, pero también el peso es mayor. Cuando viajamos, nuestras mochilas pesan 19 kilos, así que en total debemos de llevar encima unos 16 kilos”, contesta Rodríguez. ¿Y cuánto peso pierden por partido? “Justo estás hablando con dos que se deshidratan fuerte. El otro día en Igualada entré con 86 y salí con 84”, dice el coruñés. Serra añade: “En verano llegamos a perder 3 kilos... Y no se puede pasar por nuestra área, toda mojada del sudor”.
El resumen es que están hechos de otra pasta, con la fama que les persigue de que son los más “locos” de la plantilla. “Eso es un secreto de la profesión”, se ríen. “Todo el mundo quiere marcar goles. El objetivo del equipo es marcarlos. El tuyo es diferente, defender la portería y que no te marquen. El problema es que si ellos fallan, no pasa nada, pueden volver, mientras que nosotros no nos podemos permitir fallar, es demasiado caro. Los padres de los porteros son los que más sufren por eso, porque es el puesto de más responsabilidad”, reflexionan. “Es la ventaja y la desventaja que tenemos. Si tenemos un buen día podemos ayudar muchísimo y decantar el partido. Pero si un día no hemos salido de la cama... Ya nos pueden ayudar porque si no, el equipo se viene abajo”.