Hace pocos días leíamos en este mismo diario un interesante artículo acerca de la extinta grada de niños que se construyó en Riazor con motivo de las reformas para el Mundial 82. Poco voy a añadir acerca de la multitud de anécdotas que relatan los que estuvieron en esa grada, pero alguna cosita sí me gustaría contar, ya que, por mi edad, también me tocó vivir en su plenitud las aventuras en esa zona del campo. Por lo pronto, lo primero que hice al leer ese artículo fue buscar alguna entrada del Teresa Herrera que aún conservo y, a continuación, eché la memoria a rodar.
La verdad es que aquella grada infantil era bastante peculiar. Empezando por su aspecto. La anterior grada infantil, derribada en 1980, estaba a continuación de Tribuna. Eso sí, descubierta, que en aquella época a los niños no se nos protegía tanto. Y yo no sé si fue porque el arquitecto del estadio se puso creativo o porque no querían que los niños molestaran a los señores de Tribuna, el caso es que se construyó una grada completamente independiente y separada de Tribuna. La de lateral de marcador seguía pegada a Preferencia, pero la de niños no se hizo pegada a Tribuna. Un misterio.
Luego estaba su capacidad. La verdad es que no tengo ni idea del aforo oficial de aquella grada. Es posible que fuera de unos 400 o 500 espectadores. Pero entre que era una bancada toda corrida sin numeración alguna y que los niños ocupábamos poco espacio pues allí entraba una cantidad indeterminada de seres humanos. A veces de pie y otras sentado, que eso tampoco estaba muy claro. Era como en el autobús del colegio, que en dos asientos nos sentaban a tres niños. Pues allí era igual.
Poco duré yo en aquella grada. Entre que era de todo menos cómoda y que ya iba siendo algo más que un niño pues me fui acoplando en otras localidades: en Tribuna, en Preferencia Inferior, en Marathon Superior y de nuevo en Preferencia Inferior que es donde estoy ahora.
La vieja grada infantil desapareció cuando se cerró el estadio en la temporada 95-96. Hasta ese momento sirvió también para alojar a la afición visitante. Sobre todo a la más problemática. Allí estuvieron haciendo de las suyas los Boixos Nois cuando venía el Barça o los Ultra Sur en aquel partido frente al Real Madrid que ganamos 3-2 tras remontar un 0-2 y donde se portaron de todo menos bien.
Y dejando ya el tema nostálgico de la grada infantil, ahora, con la designación de Riazor como sede mundialista se nos viene el mismo problema de 1982: la remodelación del estadio. En aquella época se reconstruyeron todas las gradas, pero la molestia fue mucho menor que ahora. Mientras se construía la nueva tribuna se instalaron unas gradas supletorias detrás de la portería donde ahora está la grada de Pabellón. Y con el resto de gradas se fue recolocando al público en las localidades que estaban operativas. Eran años en los que la afluencia a Riazor pasaba por poco de los diez mil espectadores por partido con lo que no fue difícil recolocar a los aficionados.
Ahora no es igual. Ahora el estadio se llena casi en su totalidad y las reformas que se prevén para el Mundial dicen que durarán hasta 2028, con lo que tendremos obras para rato.
Tenemos el ejemplo de las cubiertas del estadio de hace pocos años para darnos cuenta de que las molestias van a ser más que evidentes. Esperemos que Ayuntamiento y Deportivo vayan de la mano en este tema de la reforma, porque si no mal vamos.