Después del partido contra el Breogán no puedo comentar más que una cosa: sin defensa, no hay paraíso. Aunque es cierto que se subsanaron carencias anteriores, ya que los de Diego Epifanio perdieron solo ocho balones, cuando en el partido anterior, en Manresa, fue una sangría (20), y en el derbi anotaron 17 de 21 tiros libres, por 15 de 28 en el Nou Congost.
Contra el Lleida, la defensa en general, y en en particular la de los exteriores, le dio una victoria al equipo, y la ilusión de que se había mejorado en este fundamental aspecto del juego. Pero parece que fue un simple espejismo. Los dos partidos siguientes mostraron la debilidad del Básquet Coruña en esta faceta, la cual nos está inundando en todo lo que va de temporada, siendo la asignatura pendiente del curso.
Nuestro entrenador repite hasta la saciedad esa frase de “somos lo que somos”. Sin con ella quiere mostrar carencias o limitaciones, no puedo compartir ese criterio con él. Claro que no somos uno de los clubes más grandes de la ACB, pero pienso que tenemos un presupuesto más que digno para competir (el más alto de la historia del baloncesto coruñés).
El club ha crecido muchísimo como entidad. No hay más que ver el organigrama que respalda todas sus acciones y el respaldo que aporta al staff técnico y a los jugadores. Ahora vivimos una situación límite. Estamos a once jornadas para el final de la liga regular y a tres victorias de evitar el descenso. Dice nuestro entrenador que está viviendo el momento más duro de su carrera. O sea, una vivencia nueva. Y para salir de ella, propone seguir peleando y creyendo, y apela a una suerte que aún no ha ayudado.
Pienso que no somos lo que éramos, porque ahora somos ocho mil; antes, asiduos, dos mil. Casi triplicamos el presupuesto. El club ha crecido profesionalmente de forma exponencial. La reprercusión en medios de comunicación y en redes sociales ha generado un mayor seguimiento. Y mayor opinión.
Creo que la pregunta ahora es: ¿Somos lo que realmente podemos ser? Estamos en una liga profesional, con un alto nivel de exigencia y donde competir es ganar, y no solo “a veces”.
Llega el momento en que el entrenador y el presidente tengan una reunión profesional. Dura. Muy dura. Donde queden claras las capacidades y la motivación para salvar esta situación. Y, si hubiese la más mínima duda por parte del entrenador, tendrán que tomar decisiones, porque, por muy difíciles que puedan resultar, tienen que tomarse con carácter inminente.
Toda esta situación genera equívocos y confusiones. No hay más que ver el caso de Ángel Núñez. Llegó como un refuerzo en el puesto de ‘3’ y van tres jornadas desde su llegada y aún no ha jugado ni un minuto. Y las que nos pueden quedar por vivir. No pido el cese ni la dimisión de nadie, pido decisiones que ayuden a salir de esta situación, de una forma clara y profesional.