Los responsables de los organismos que rigen las diferentes competiciones parecen estar en una realidad paralela al resto de los mortales. Esta circunstancia facilita a los tramposos campar a sus anchas al hacer todo tipo de chanchullos y de esta manera alcanzar unos objetivos que nunca lograrían en caso de competir de forma lícita en los diferentes encuentros que protagonizan.
El último ejemplo se vivió en el partido entre Francia e Irán de la última jornada de la fase de grupos del Mundial de Fútbol Sala Uzbekistán 2024. El combinado perdedor sería segundo del Grupo F y obtendría un mejor cruce en los octavos de final que el ganador, que acabaría primero. Los galos, con una actitud deplorable, se dedicaron en cuerpo y alma a evitar marcar en la portería asiática y para ello no efectuaron ningún disparo entre los tres palos en los veinte minutos iniciales. A ello se unió que dos de sus ocasiones las mandaron fuera sin miramientos. Pese al lamentable y sonrojante espectáculo presenciado desde la grada, la situación fue a peor en el comienzo del segundo período con un gol iraní anotado por Salar Aghapour que el meta Thibaut Garros pudo detener con facilidad, pero dejó que el balón entrase en su portería sin ninguna intención de evitarlo.
El español Miguel Rodrigo, seleccionador de Tailandia (próximo rival de Francia), afirmó al término del duelo que “Irán y Francia, entrenadores y jugadores, deshonraron mi deporte. Sois una vergüenza mundial”. Ahora algunos esperan que la FIFA tome cartas en el asunto para castigar la tropelía, pero pocos confían en ver sanciones.