Hubiera deseado no tocar fondo. No tener que firmar una segunda mitad vergonzosa en Linares para finiquitar a Cano. Pero se trata de aceptar y admitir la realidad y ésta pasaba por un cambio de rumbo inmediato.
No haré leña del árbol caído. Tampoco cuando llegue el tiempo del resto de responsables. Las críticas hay que hacerlas a la cara, mientras está el partido en juego. Y clarita he dejado mi opinión en artículos anteriores. Bye, bye!
Lo que me llama ahora poderosamente la atención es el fichaje de Rubén de la Barrera. Vaya por delante que me parece un técnico ideal para la situación. Y para el futuro también. Gilsanz o Manuel Pablo eran la apuesta de muchos, sin embargo ninguno es conocedor de la categoría y, por mucho que nos empeñemos, el factor emocional no gana partidos. La profesionalidad y valía del entrenador coruñés es indudable. Será también la hora de los jugadores, digo yo.
Pero les hablaba de mi sorpresa por la elección de De la Barrera después de lo acontecido hace dos años. En aquel momento, quien truncó las negociaciones fue la Propiedad. Rubén había informado al Director General del R.C. Deportivo de su reunión inminente con los responsables de Las Palmas. Y David Villasuso asintió. Distinto fue cuando la noticia llegó a las altas esferas de Abanca. Cortaron por lo sano, sin posibilidad de diálogo, argumentando aquello de “no somos el segundo plato de nadie”.
Desde ese momento hasta hoy, la historia del Deportivo se ha escrito con líneas curvas: Borja Jiménez, el no ascenso, la continuidad de Borja, la mala planificación de la plantilla, la llegada de Cano, el silencio del club, las declaraciones vacías del presidente, el nefasto mercado de invierno, las sandeces de Cano, el desatino hacia la cantera, los nulos resultados lejos de casa, los resbalones en Riazor, el adiós a Cano…y la llegada de Rubén de la Barrera. Vamos, la cuadratura del círculo! Donde dije digo, digo Diego.
Sé que las circunstancias son distintas, el fútbol cambiante y las necesidades otras, pero aún así es curioso que se decida contratar a un profesional al que se le intentó dejar con el “culete al aire”. Supongo que sólo el corazón deportivista de Rubén le da sentido a esta historia.