Si unas instalaciones deportivas pueden ser consideradas como el germen del deporte minoritario moderno en A Coruña, estas son las dos canchas instaladas en el Complejo Deportivo de Riazor a partir de los años cincuenta del pasado siglo.
En dicha década todavía no había finalizado la construcción del Frontón y el gobierno municipal, encabezado por el alcalde Alfonso Molina, recababa la ayuda de los organismos deportivos nacionales para terminarlo y construir unas pistas para los deportes minoritarios que empezaban a despuntar en nuestra ciudad. Con ese motivo se acuerda construir dos pistas en la parte posterior de la Torre de Maratón que da a la avenida de la Habana. La primera se lleva a cabo en el año 53 como pista de tierra con graderíos, propia para la práctica del tenis, pero que en principio también es usada para las competiciones escolares masculinas y femeninas del entonces conocido como balón volea, en la que recordamos a los equipos de la Escuela de Comercio, Normal de Magisterio o Academia Galicia, entre otros. Esta instalación sería inaugurada el martes 26 de junio de aquel año, descubriéndose una placa dedicada al pionero tenista Arcadio Vilela.
La segunda pista tardaría unos años en construirse y la recordamos con el suelo de cemento unas vallas para la práctica del hockey y un enorme escudo de España, flanqueado por los de la Federación Española de Hockey y de Patinaje, en la pared que da a las escaleras de entrada al recinto. A partir del año 60 se celebraron allí durante las Fiestas de María Pita, interesantes torneos de hockey al aire libre en los que participaron los equipos portugueses del Oporto, Infante de Segres o Benfica y los españoles del Español, Barcelona y Voltregá. Para el I Trofeo Internacional se había logrado una instalación eléctrica que permitía celebrar los partidos de noche.
En esta pista de cemento, años después, se programó también un partido de baloncesto entre una Selección B de España con nombres que llegarían a ser conocidos como Sergi Vela o García Reneses, y una Selección Coruñesa en la que figuraban los Federico, Gantes, Roura, Aguado o Pousa. Al año siguiente también jugó en esa pista de cemento el Real Madrid enfrentándose al Bosco, y en agosto de 1967 tuvo lugar el II Trofeo Bosco, en el que participaron el Nantes, un equipo de la Base de Rota y los gallegos M. Álvarez y Bosco.
Un mes antes recordamos la celebración en esa pista descubierta del Campeonato de España Femenino de Hockey Sala, en el que tomaron parte el C.D. Tarrasa, el R.C.D. San Jaime de Cádiz, el Águilas de León y las coruñesas del C.D. Santa Lucía, que se proclamaron campeonas.
Habría que esperar un par de años para que estas pistas fueran cubiertas. Efectivamente en junio del 1969 el Ayuntamiento aprobó un proyecto del ingeniero Monteoliva, valorado en 7 millones de pesetas, consistente en la cubrición de ambas pistas, la colocación de parqué en una de ellas y la instalación de aseos y vestuarios en ambas. Las obras fueron adjudicadas a la empresa del coruñés Juan Tomé y dieron comienzo en agosto con la idea de que estuvieran terminadas en octubre para que pudiera jugar el Bosco, que aquel año había ascendido a la Primera División española. Las clásicas demoras, achacadas al terreno rocoso existente en la antigua pista de tenis, hicieron imposible su inauguración hasta febrero del año siguiente. Aún se tardaría en dotarlas de ventilación, un marcador electrónico para baloncesto y vestuarios con agua caliente.
A partir de aquel año se utilizaron para los Juegos del Cantábrico, veladas de boxeo, escuela de patinaje, competiciones de balonmano, baloncesto, hockey sala y hockey patines, lucha grecorromana, baloncesto en silla de ruedas, futbito, campeonatos de ajedrez y tenis de mesa e, incluso, para encierros con motivo de la huelga de la construcción.