Nunca había pensado verme haciendo esta columna en estas circunstancias. Cuando ves que te vas a enfrentar con un equipo que le cuesta anotar, aunque tú has tenido durante toda la temporada carencias defensivas importantes que se han mantenido en el tiempo, que con todo lo que estaba en juego en el partido contra Girona, piensas que lo superarás, pero no fue así.
Quedó evidenciado que nuestra defensa no es mala, es malísima. Tácticamente, es mala en actitud y es mala en aptitud. Todo un año conociendo el problema y, no solo no mejoró, sino que empeoró.
Menos los primeros 8 minutos del partido, el resto estuvo bajo el control de Girona y del plan de partido de su entrenador. Se vio claro que Moncho Fernández controló no solo a su equipo, sino el partido. Girona marcó el tempo del partido, corrió cuando tenía esa situación favorable para hacerlo y controló la posesión de balón de una forma estudiada, con muchísima concentración y disciplina táctica.
Hay un ejemplo táctico. Cuando Beqa Burjanadze estaba en pista, Girona buscaba jugar con Beqa un on the catch. Se trata de un movimiento buscando 1x1 rompiendo hacia el centro que Beqa fue incapaz de parar, ni desde el banquillo se le aportó solución alguna. Girona consiguió con esta acción siempre un resultado positivo.
Cuando Girona perdía concentración, su entrenador la recuperaba con un tiempo muerto. Gracias a la malísima defensa del Leyma, a marcar el tempo de partido y su nivel de concentración, mantuvieron el equilibrio de defensa-ataque durante casi los 40 minutos. Girona se lleva un partido importantísimo de forma merecida y nosotros nos quedamos en la orilla.
Es duro para todos. Considero que no es momento de pasar facturas aún, pero sí de agradecer al Ayuntamiento por el esfuerzo en ayudar y hacer posible que el Coliseum fuese un ejemplo de instalación y orgullo de los 8.000 coruñeses que allí estaban disfrutando en cada partido. A la Diputación, que con su compromiso de ayuda se involucró de forma considerable en este proyecto. Y a la ciudad de A Coruña, representada en cada partido por los 8.000 que, sin pensar en la clasificación, están en cada partido creando un ambiente social sano, cargado de ilusión y que transmite emoción a todos. Gracias.
Todos hemos visto cómo otros equipos en nuestra misma situación tomaron decisiones que les ayudaron a crecer compitiendo y mejorando de forma ostensible su clasificación. Y tomaron esas decisiones en tiempo y forma, no esperaron ni pensaron que quedaba mucho todavía. Esas decisiones fueron como debían ser en una liga como la ACB, mirando la supervivencia del club por encima de todo. Dejando los afectos y el corazón aparcados.
Aquí, o no se tomaron decisiones, o se tomaron tarde, o fueron erróneas. Por poner el ejemplo de Ángel Núñez: ayer tampoco estaba convocado. ¿Alguien podría explicar cuál es la situación real de este chico? El equipo tiene 4 bases, 4 cincos y 1 solo tres que no va ni convocado y fue contratado como un refuerzo importante. ¿Quién asume esto? Volvemos otra vez al ocultismo, a un horrible planteamiento de comunicación que nos puede llevar a un punto catastrófico de desafección, cuando, en este momento, tenemos 8.000 fieles comprometidos con el proyecto.
Javier Castroverde, entrenador de baloncesto y primer técnico en la historia del Básquet Coruña