No es Córdoba un lugar de buenos recuerdos, como en general toda Andalucía, para un Deportivo que tuvo que soportar en los últimos años aguaceros torrenciales, expulsiones injustas e incluso patadas en el rostro con fracturas varias.

El estilo que se ha impuesto en el club verdiblanco, desde hace tiempo, parece mucho más cercano al Getafe que al fútbol andaluz de toda la vida, de calidad y picardía. Para nada es una crítica. Hay muchas maneras de intentar ganar un partido de fútbol, aunque desde hace unos años nos han querido vender que solo hay una. Sorprende, de todos modos, que sea el camino tomado por Iván Ania, que como futbolista era fino como el papel de fumar y tenía un guante por pie izquierdo. A veces pasan esas cosas. Los futbolistas más creativos se transforman en todo lo contrario como técnicos y viceversa. Como ejemplos de lo primero podemos recordar a nuestros añorados Javier Irureta y Arsenio Iglesias. Y de lo segundo, también tenemos un modelo también cercano en Paco Jémez.

La cuestión es que el Dépor hoy se va a topar con otra roca. Primero fue el Huesca. Ahora, un Córdoba que juega al límite, con presión alta y sin ningún tipo de rubor a la hora de frenar de la manera que sea la creación de su adversario. Es abrumadora su estadística de faltas. Ha cometido 72 en cuatro partidos, una media de 18 por encuentro. Tremenda es también la diferencia con respecto a las recibidas, 40 menos. Así que hoy toca, por no variar, un nuevo partido cerrado y de sufrimiento hasta el último segundo.