Decía un sabio de esto del fútbol que (póngale usted acento argentino) “los goles no se merecen, los goles se hacen”. Desde luego, no le faltaba razón. La borrachera de los años de gloria del fútbol español a través del ‘tiki-taka’ nos ha cegado de tal manera que parece que solamente consideramos “jugar bien” a ese estilo de juego. Han corrido ríos de tinta sobre el daño que han hecho aquellos éxitos, aquel fútbol de los bajitos. Tampoco les falta razón a los defensores de esa teoría negativista. Porque hay momentos en los que da la impresión de que ganar utilizando otros caminos es como perder.

En unos tiempos en los que ha vuelto a nuestro día a día la figura de Arsenio Iglesias, a través de ese precioso homenaje plasmado en las tres equipaciones deportivistas del presente curso, quizá sería necesario pararse un poco más en las palabras con las que el ‘Zorro de Arteixo’ resumía su filosofía de juego: “Orden y talento”.

El Deportivo que vimos ante el Oviedo y el Huesca tuvo poco de lo primero y tampoco es que anduviera sobrado de lo segundo. Cierto es que algunas individualidades brillaron con luz propia, pero su producción tampoco rayó lo extraordinario. Hay un dato que a la vez es tan positivo como negativo. Que el lateral izquierdo dispusiera de las mejores oportunidades en el primer partido y marcase el primer tanto de la temporada habla de un equipo capaz de llegar al área por muchas vías. Pero también de que los que tienen que finalizar no han finalizado. Es posible que este sea el mejor camino, pero también lo es que sea necesario cambiar más piezas de las que algunos creen.