Tras años de dura singladura, el deportivismo, por fin, pudo sacarse todas las frustraciones de encima, lanzándose a exteriorizar su alegría y satisfacción. Una afición emocionalmente única, que tras saborear el caviar, supo adecuarse y arrimó el hombro hasta niveles insospechados.
Toda esta excelsia vivencia debería ser canalizada muy concienzudamente por los gestores de la Entidad coruñesa. Innumerables ramificaciones deben tener su propia referencia para una sensata programación de futuro.
A lo largo de esta singular temporada pasaron acontecimientos, unos que trascendieron a la opinión pública y otros que no lo hicieron (Lucas-Bergantiños), que marcaron el devenir de la institución. Intuyo que muchas de las decisiones fueron tomadas desde el punto de vista empresarial, más bien, diría yo, desde un prisma de gestión bancaria. Es decir… Se marcan unos objetivos y si estos no se cumplen, las decisiones suelen ser drásticas.
Visto el resultado final, imagino, que la propiedad reforzará su idea de que la obtención de resultados fue pareja a la toma de decisiones en su momento. Vamos… el ordeno y mando. Pues se siguen equivocando y es una lástima.
Soy muy radical en el posicionamiento sobre Abanca. Todo esto no existiría si no fuese por su intervención. Sin la gestión iniciada por Tino Fernández y posteriormente por Fernando Vidal con la entidad financiera, la S.A.D. sería, a estas horas, un solar.
Por ello, siento que este proceso de respaldo no se vea recompensado, de una forma más clara socialmente. Principalmente porque la vida sigue y esa imperiosa conjunción de poderes debe continuar en el tiempo, ya que la alternativa nos llevaría a volver a las catacumbas deportivas.
Siempre me pregunté quienes eran los verdaderos asesores de la máxima autoridad económica. Los que aportan los necesarios apuntes para unificar los aspectos financieros y los pasionales del fútbol.
Negarse a acudir al Ayuntamiento para ofrecer el ascenso a la ciudad, encabronados por no conseguir unas prebendas sobre el Estadio de Riazor o por otro lado, lanzar una convocatoria de Junta de Accionistas con nocturnidad y alevosía, donde las acciones de toda aquella gente, que con su mayor buena intención, rascándose el dinero de sus bolsillos, aportaron su granito de arena a la causa y ahora ven que, de la noche a la mañana, el valor de sus acciones se decapitan de forma espectacular, rozando el ridículo económico. Probablemente, en el fondo, tengan razón y sea lo mejor para el futuro de la Entidad, pero las formas no me parecen las más idóneas para suscitar un equilibrio social, muy necesario en estas circunstancias.
Los procesos se pueden y se deben hacer mejor, de otra forma. A mis oídos me llegan, siempre, buenas palabras sobre el actual presidente, Álvaro García Diéguez. Su forma de ser y actuar, genera puentes de diálogo. Tras lo de Irún, se eligió en el pacificador y consiguió que todo cambiase para lograr un final feliz. Esa sea la línea a seguir.
Me sorprende que haya quien cuestione la búsqueda de un titulo. Durante las celebraciones se escuchaba asiduamente el cantico de “campeones”, pues eso solo se puede conseguir si se vence al Castellón en la final del campeonato. Hacer levantar una copa es un sentimiento único. Espero que recale el trofeo en las vitrinas deportivistas.
Finalizo. Hablando de celebraciones. Para incentivar que la gente acudiese a los festejos, el “speaker” oficial lanzaba la proclama: “…A Coruña se va de borrachera”. Muy curioso, no se puede consumir alcohol dentro de Riazor, hacemos campañas publicitarias para eliminar el consumo entre los más jóvenes… y por otro lado, incentivamos. Muy lamentable.
Como siempre un placer