Vuelve el Dépor a Riazor después de su gran y esperanzadora puesta en escena en el Carlos Belmonte. Los nervios habían aflorado por culpa de un equipo que mostraba escaso acierto en ambas áreas, el espacio donde se definen los partidos. Y, también hay que decirlo, porque el personal se había acostumbrado a ganar. O, al menos, a no perder. Con razón, porque nadie podrá olvidar jamás la memorable segunda vuelta de la pasada temporada.
Hay que ser cautos. En esta categoría, cada partido es una historia distinta, aunque con dos denominadores comunes: la igualdad y la alta intensidad. Vuelve a toparse el Deportivo, una vez más, con el equipo que más faltas comete. Sucedió hace tres jornadas, en la visita a Córdoba. Ahora, en la visita del Málaga, que ha adelantado en esa clasificación a sus vecinos del norte. Los verdiblancos han rebajado su vehemencia desde el paso del Dépor por El Arcángel.
Cabe recordar que este Málaga ascendió el pasado curso remontando las dos eliminatorias en el playoff. En semifinales, volteó el partido de vuelta ante el Celta Fortuna, que se adelantó por medio de Alfon, con dos goles de Roberto en la segunda mitad. En la final, obró el milagro en Tarragona, donde encajó el 2-0 al inicio de la prórroga, con un gol de Dioni a doce minutos del 120 y otro de Antoñito ya rebasado el tiempo reglamentario. Así que cuidado, que venimos de un 2-5, pero no todos los días van a ser fiesta. Y si de algo ha pecado este Dépor, aparte de tragar lo indecible a balón parado, es de no ser capaz de cerrar filas en los minutos finales.