Dani Barcia no para de crecer a una velocidad de vértigo. El central de O Temple completó una semana mágica tras su renovación luciendo por primera vez el brazalete del Deportivo en un partido oficial después del ensayo en verano con durante el Teresa Herrera. Se había quedado con ganas de más.

El propio canterano anunciaba sus intenciones nada más ampliar su contrato, recordando que había sido capitán desde cadetes y que su siguiente meta era hacerlo del primer equipo. A estas alturas de su todavía corta carrera, pocos quedan ya por darse cuenta de que este chico no tarda demasiado en conseguir lo que se propone. Lo viene demostrando desde hace tiempo. Como la temporada pasada, cuando se empeñó en quedarse aún sabiendo que tendría complicado disfrutar de minutos. Y no los tuvo, pero aprovechó al máximo cada oportunidad que Idiakez le brindó de salir al césped, incluso sobreponiéndose a un estreno difícil ante el Celta B.

Y con la misma contundencia ha dado el salto al fútbol profesional. Sin adaptación, sin excusas. Diez partidos titular antes de romperse y ni un error. Dos partidos ahora de forma discontinua, dos porterías a cero. Barcia ha incorporado a la finura con balón que siempre se le elogió, una concentración y fortaleza en los duelos que lo convierten, ya hoy, en una bendición para el Deportivo. El club se ahorra buscar central zurdo titular el próximo verano, algo que seguramente no estaba tan claro hace unos meses. Lo mejor es que probablemente no tengan que volver a buscarlo en mucho tiempo.