El fútbol es caprichoso, sabe de razones, pero deja un amplio espacio al albur. Hasta el propio “gurú”, Pep Guardiola, se habrá visto en ocasiones sin saber el porqué de una mala racha, el cuándo ésta terminará, y qué hacer para revertirla. Y eso contando en su equipo con un ramillete de los mejores jugadores del mundo.
Qué no le sucederá al resto de los entrenadores mortales ante un delantero que no le marca goles, un mediocentro que no distribuye con criterio o unos centrales blanditos.
Se mueven tantos millones en el fútbol que parecería de rigor que todos los cabos se mantuvieran atados y todas las sinergias equilibradas. Pero no es así. En este mundillo tan profesionalizado en lo económico hay azar a mansalva. Puede estar todo muy estudiado pero nadie te salva de un fallo clamoroso a metro y medio de la línea de gol, de un penalti inexistente en el último minuto, del estado anímico de una de esas piezas llamadas jugadores, que son personas al fin y al cabo.
Esta reflexión es la antesala a mi opinión del porqué del cambio drástico en la dinámica del Deportivo. Y aún entendiendo de que se trata de una mejora colectiva y de un trabajo y resultado global, creo que siempre hay un primer movimiento que provoca el resto de la revolución. Y ahí aparece un nombre propio, David Mella.
Ya sé que ahora vemos al equipo, y consecuentemente a sus integrantes, como buenos jugadores, pulidos en sus puestos, ofreciendo rendimiento y regalando alegría a su afición. Sí, es así. Ahora vemos más seguro a Parreño, majestuosos a los Pablos, incisivo a Ximo, excelsos a José Ángel y Villares, mágico a Yeremay y superior a Lucas. Incluso en dos telediarios, Barbero ha salido de su propia sombra y Alcaina está “in love” con el gol.
Pero el que encendió la luz en un equipo en el que todo eran sombras tiene un nombre propio y ese es David Mella. El canterano espoleó a sus compañeros, buenos jugadores que en ese momento transitaban como fantasmas por el campo. Mella movió la caja y de ahí salió el resto. Mella llevó el ánimo al equipo, encendió la mecha e incluso le otorgó una antorcha al entrenador indicándole el camino.
El resto ya lo sabemos todos, con la mente liberada, Idiakez mató el trivote, dio espacio a José Ángel y Villares, Yeremay fue cogiendo la forma y ahora demuestra que es el jugador más talentoso de la plantilla, y la ausencia de Davo abrió las puertas del cielo: la apuesta por un 9 de referencia y la posibilidad de devolver a Lucas a su espacio natural donde simplemente es el mejor.
Esta es la realidad de un Deportivo al que le queda mucho que luchar y acertar. Las perspectivas son óptimas. Pero el que empezó la nueva era es David. Año I después de Mella.
Salud y suerte!